Pueblos de colonización: miseria, humillación y solidaridad entre los colonos
Con motivo del día de Extremadura, en el programa especial de 'Más de uno' desde Mérida, descubrimos la historia de los pueblos de colonización del Plan Badajoz hablando con Emilia Ramos, Vicenta Prado y Pedro Tena, hijos de aquellos primeros colonos.
Extremadura es una región con un grandísimo patrimonio urbanístico y monumental, con ruinas romanas, monasterios, palacios, ciudades y pueblos medievales. Pero también con otros pueblos que sin ser históricos, sí tienen una historia muy particular: son los poblados de colonización, pueblos que se construyeron para repoblar zonas rurales hasta entonces poco o nada productivas.
Entre 1940 y 1970 se crearon en España 300 pueblos de colonización a los que, durante esos treinta años, llegaron alrededor de 55.000 familias. De los 300 pueblos que se crearon a través del Instituto Nacional de Colonización, 63 están en Extremadura. En el programa especial de 'Más de uno' desde Mérida hemos querido conocer más de cerca la historia de estos pueblos y, en particular, de sus habitantes.
Valdelacalzada, "el pueblo X"
Valdelacalzada es un pueblo que está a medio camino entre Mérida y Badajoz. Allí llegaron los padres de Emilia Ramos hace casi setenta años. Aquel fue el primero de todos los que pueblos que se construyeron en esta región; tanto que no tenía ni nombre. De hecho, en los primeros planos se le llamaba "el pueblo X".
Emilia es hija de colonos, maestra jubilada, cronista de Valdelacalzada y una de las personas que mejor conoce la historia y la idiosincrasia de los pueblos de colonización de Extremadura. Todo su conocimiento está repartido por varios libros que ha publicado, en los que quería "contar las vivencias desde la historia de nuestros padres, de nuestras familias", explica sobre su voluntad de dar importancia a todo el trabajo y esfuerzo que tuvieron que hacer sus padres.
En aquellos pueblos, en la pobreza más extrema, se creó una comunidad de solidaridad donde todos se ayudaban
A Valdelacalzada fueron cuarenta familias desde los pueblos más pobres de Extremadura. Cuando llegaron, "se llevaron una decepción tremenda porque les habían ofrecido un lugar con tierras que poder trabajar" y, sin embargo, se encontraron con la nada, "todo estaba sin hacer, sólo había cuarenta barracones". Allí, en esos cuarenta barracones estuvieron viviendo dos años y medio hasta que construyeron las casas y convirtieron las primeras parcelas de secano a regadío. "Durante el tiempo que vivieron juntos, se creó una comunidad de solidaridad donde todos se ayudaban", explica Emilia.
Requisitos para obtener una parcela
Para que les pudieran entregar una parcela, los colonos tenían que recibir un curso de agricultura de regadío, el tipo de cultivo que iba a haber en aquellos pueblos. Una vez allí, les entregaban una vaca de leche y una yegua, mientras que los arados y las carretas se compartían entre varios. En ese momento empezaba el "periodo de tutela" que duraba 5 años y durante el cual tenían que devolver todo aquello.
El colono, por supuesto, "no tenía ninguna autoridad" sobre su parcela, sino que el Instituto de Colonización dirigía qué tenían que sembrar (trigo, algodón, cáñamo...). En todo momento, los colonos eran tratados como menores de edad, como gente que no tenía cultura. "No se le daba la capacidad al colono para decidir; todo era ordeno y mando".
Los niños éramos como propiedades del Instituto
Pobreza, miseria y humillación
Vicenta Prado Rodríguez llegó a Valdelacalzada junto a sus padres y cuando tenía 2 años. Llegaron en camiones que se atascaron por el camino y tuvieron que ir las mulas del condado a tirar de ellos. Al ser de los primeros colonos, vivieron durante un tiempo en barracones con techos de uralita y alquitrán, donde convivían con las vacas y donde nació su hermana.
Dos años después se trasladaron a Guadiana. "Había zanjas en las puertas de las casas, no había luz, ni agua", recuerda Vicenta. Además de la pobreza y miseria extrema en la que vivían, pues "había quienes se alimentaban de las tetas de las vacas", también había un profundo adoctrinamiento. "Los niños éramos como propiedades del Instituto", se queja Vicenta sobre la humillación que sufrían continuamente desde niños.
Un futuro "tirando a negro"
Pedro Tena es hijo de las primeras 40 familias que llegaron a Valdelacalzada. Su familia, que venía del pueblo de Hornachos (Badajoz), llegó con 8 meses. "El futuro en Hornachos era tirando a negro", cuenta Pedro, y por ello, sus padres decidieron buscar un horizonte mejor en aquellos pueblos de colonización. Pedro no pudo ir a la escuela, pero cuando volvía de trabajar la tierra, por la noche, un hombre del pueblo le enseñó a leer, escribir y a hacer cuentas. "El Plan Badajoz fue buenísimo, pero les faltó invertir en industria", considera.