La fiebre anárquica del wolframio: espías, mercado negro y bandas armadas
En 'Más de uno' viajamos hasta el Bierzo para conocer la historia de la llamada "fiebre del wolframio", un mineral imprescindible durante la Segunda Guerra Mundial y que atrajo a espías y bandas armadas que actuaban en el mercado negro. Además, hablamos de los mapas soviéticos secretos de algunas ciudades españolas, una cartografía realizada con sumo detalle y muy avanzada para su época.
Quienes lo vivieron lo recuerdan como una especie de "fiebre del oro": la fiebre del oro negro, lo llamaron. La fiebre del wolframio. España y Portugal contaban a mediados del siglo XX con las mayores reservas de Europa de este mineral, imprescindible en la industria bélica durante la Segunda Guerra Mundial.
Se explotaron minas sobre todo en Galicia, pero también en las provincias de Salamanca, Zamora y León. El caso del yacimiento de la Peña del Seo, en el Bierzo, fue muy particular. Y lo conoce bien el historiador ponferradino Diego Castro, que dedicó su tesis doctoral a este asunto y acaba de publicar el libro 'La minería del Wolframio en el noroeste de la Península Ibérica (1939-1959). La explotación de la Peña del Seo en el Bierzo' (Marciano Sonoro Ediciones).
Primeros años del wolframio o fase anárquica de la mina
La particularidad de la Peña del Seo es que no tenía propietario, por lo que todo el mundo podía ir a extraer wolframio. Así, los lugareños lo hacían de "manera rudimentaria", con picos, bateas y cartuchos de dinamita. Eran los años tras la guerra civil, época de la autarquía, pobreza y miseria.
"Como no había ningún tipo de control, ninguna empresa era propietaria de la mina, se generó toda esa anarquía", cuenta en 'Más de uno' Diego Castro sobre la primera fase de explotación, la "fase anárquica".
Corrupción, mercado negro y bandas armadas
En la fase anárquica, el wolframio extraído se vendía en el mercado negro de estraperlo a cualquiera que lo comprara; gentes, traficantes o intermediarios que lo vendían tanto a los aliados como a los alemanes.
"Como se demandaba tanto, se pagaba tan bien y no había ningún control, había ciertas bandas armadas que se dedicaban a robar y asaltar a mineros individuales", explica Diego de estos grupos que actuaban muchas veces en connivencia con los cuarteles de la Guardia Civil de los pueblos de alrededor, donde "la corrupción era rampante".
Más adelante, en los años 50, cuando la empresa 'Montañas del Sur' registró la mina, llegó la fase industrial de la que todavía hoy quedan restos materiales en la zona. Esta empresa, como propietaria, explota la mina de forma racional e industrial a raíz de la guerra de Corea, porque había mucha demanda de mineral para los tanques y fabricar proyectiles antitanques, entre otras aplicaciones.
Una zona repleta de espías
Al ser tan importante el wolframio en la Segunda Guerra Mundial hizo que la zona se llenase de espías tanto del bando fascista como el de los aliados. "Hubo toda una serie de agentes y de intermediarios que trabajaban por o para los dos bandos", cuenta Diego de las distintas redes intermediarias, donde lo importante era que te pagaran, daba igual quién.
Sabotaje de los envíos del wolframio a Alemania
La guerrilla antifranquista, que tuvo una importante actividad en la zona del Bierzo, participó también en el contrabando del wolframio con el objetivo primero de obtener dinero y, en segundo lugar, sabotear los envíos del wolframio a Alemania.
La idea era ayudar a los aliados a ganar la Segunda Guerra Mundial y, una vez finalizada, "los aliados pagaran ese favor invadiendo España y derrocando al régimen franquista", algo que, por desgracia, nunca sucedió.
Mapas soviéticos de ciudades españolas al detalle
A continuación, hablamos de mapas. De un mapa de Sevilla y de un proyecto secreto. Porque el ayuntamiento de esta ciudad acaba de publicar un catálogo con 60 planos históricos de la ciudad, desde el que encargó Enrique Guzmán, padre del Conde Duque de Olivares, en 1585, hasta el plano que realizó la Unión Soviética en el año 1977 como parte de una operación confidencial en la que la URSS cartografió más de un millón de ciudades de todo el mundo, entre ellas muchas poblaciones españolas.
Joaquín Cortés es una de las personas que mejor conoce estos mapas militares soviéticos del sur de Europa, hoy está jubilado, pero ha sido el artífice de la creación de la Cartoteca Histórica de Andalucía. El Instituto Cartográfico de Cataluña fue el primero en adquirir ejemplares de estos mapas que salían de la extinta Unión Soviética, entre los que había mapas de Andalucía. En un principio, no se atrevieron a publicarlos por problemas de derechos de autor, pero en 2014 eso se clarificó, pues se trataba de un estado desaparecido y no tenía ningún tipo de competencias al respecto de esos mapas.
El objetivo de tener cartografiadas estas ciudades españolas se debe a su valor estratégico en la Guerra Fría. "No son mapas convencionales. Los mapas soviéticos son de una cartografía militar que supera a la que teníamos aquí editada por nuestro ejército", detalla Joaquín.
Recogían información a través de satélites y agentes desplazados a las ciudades
Para realizar un mapa urbano a escala 1:10.000 solamente se puede conseguir a través de vuelos fotograméticos, pero en aquella época el espacio aéreo europeo estaba restringido para la Unión Soviética. Por ello, los investigadores sospechan que "lo hacían a través de satélites, con los que recogen, a través de fotografías, toda la información para luego editar los mapas urbanos", explica.
Sin embargo, estos mapas contienen mucha más información literal sobre el lugar, por lo que tuvo que haber agentes desplazados a las ciudades para recoger información sobre sus calles, sus edificios y todo tipo de datos que no se podían obtener mediante los satélites.