Este mes se cumplen 80 años desde que el Transatlántico Alsina zarpó de las costas de Marsella, en Francia, el 15 de enero de 1941. En él, viajaban 750 refugiados y, entre ellos, más de 300 españoles que huían de la represión tras la Guerra Civil española y buscaban refugio en Latinoamérica. Aunque se esperaba que no tardaran más de 15 días en alcanzar las costas argentinas, el viaje de los exiliados duró más de cinco meses en llegar a puerto seguro.
Entre estos pasajeros había figuras tan conocidas como Niceto Alcalá Zamora, presidente durante la Segunda República u otros como Luis Fernández Clérigo, vicepresidente de las Cortes, o Rafael Picavea, propietario y director del diario 'El Pueblo Vasco', que no pudieron embarcar porque fueron detenidos previamente.
Allí también viajaban los padres de la escritora Arantzazu Amezaga, que ha dedicado su novela 'Crónicas de El Alsina, pasajeros de la libertad' a la historia de este barco. La autora destaca que los pasajeros, a pesar de haberlo perdido todo, "sabían que no podían quitarles la libertad". A pesar de ello, el viaje se retrasó y tuvieron que permanecer varios meses en Dakar y Casablanca. Arantzazu explica que esto se debe a que "llevaban bandera francesa y, por eso, los ingleses no dejaban su paso porque tenían resentimiento y dudas de Francia en la guerra". Además, subraya que les prohibieron el permiso de navegación atlántica y tuvieron que pasar varios meses en campos de concentración. Sin embargo, la cooperación de todos los grupos que formaban parte del viaje permitieron poner rumbo a Argentina. De hecho, destaca que "Manuel Irujo, que había sido ministro de la República, emprende acciones en Londres y consigue mover círculos diplomáticos de diferentes tonalidades".
A su vez, Arantzazu cuenta que "fue un viaje donde los valores humanos salieron adelante a pesar de tanta calamidad" y que estos pasajeros enarbolaron "la bandera de la libertad hacia un horizonte de justicia".