Lo que son capaces de hacer los nietos por los abuelos y viceversa
Hablamos en Más de uno sobre la relación entre abuelos y nietos con Marina Jimeno, que ayudó a su abuelo Lluís a vender su cosecha de cebollas, y con Jaime González, un hombre de 80 años que recorrió el Camino de Santiago para ayudar a su nieto con su hiperactividad.
La relación entre un abuelo y un nieto es una de las más especiales que puede existir y, aunque son de diferentes generaciones, son muchas las veces en las que aprenden los unos de otros. Hoy hablamos en Más de uno con los protagonistas de algunas de estas historias de reciprocidad entre jóvenes y mayores.
Marina Jimeno no pensó que su historia se volvería viral cuando decidió subir una publicación a su muro de Instagram en la que pedía ayuda para vender los 4.000 kg de cebollas que su abuelo, Lluís Peris, iba a perder por culpa de un comprador que, en el último momento, decidió no comprar su cosecha. Nos cuenta que cuando su abuelo, agricultor de toda la vida en Alboraya, le contó el problema decidió aportar su granito de arena para ver si podía vender "algunas poquitas" y que, gracias a la repercusión de la publicación, ahora han conseguido liquidar prácticamente todas. Razona que, además, intentó que este pudiera ser un buen regalo de cumpleaños para su abuelo. "Se ha puesto súper contento, él no es consciente del alcance que pueden tener las redes sociales", explica, y señala que se emocionó muchísimo cuando empezó a ver llegar a gente preguntando por sus cebollas y felicitándolo. Además, relata que ahora ha aprendido "lo duro que es su trabajo" como agricultor. "Nunca me había bajado al barro", aclara, y asegura que ahora "está saturada de cebollas".
Pero estas historias también ocurren al contrario, los abuelos son los que muchas veces ayudan a sus nietos a superar experiencias malas. Este es el caso de Jaime González, de 80 años, que hace cuatro años decidió recorrer el Camino de Santiago junto a su nieto Santi para ayudarle a superar un Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Ambos nos cuentan que ya lo han recorrido cuatro veces en diferentes rutas y que en total llevan unos 1500km hasta el momento. Todo nació cuando al pequeño Santi le diagnosticaron hiperactividad, lo que alteró bastante la tranquilidad familiar. "Decían que era herencia genética, se parecía a mí", relata Jaime, por lo que decidió proponerle a su hija llevarse a su nieto a hacer el Camino de Santiago. "Ya ya me había adaptado a mi edad y a no hacer deporte", señala diciendo que por aquel entonces tenía ya 76 años y su nieto apenas había llegado a los 7.
A los dos días pusieron rumbo a Sarria, desde donde comenzaron, y se hicieron famosos en la ruta. "Mucha gente nos preguntaba y nos fotografiaba", explica. Cuenta que los primeros días fueron muy duros, sobre todo por la falta de costumbre a andar tantos kilómetros a diario, aunque el ánimo les cambio cuando encontraron algo muy especial en su travesía. "Santi quería encontrarse con un escarabajo vacaloura, el más grande de Europa, muy difícil de ver", detalla, y explica que el segundo día, cuando más bajos estaban de fuerzas, se toparon con uno patas arriba llegando a Arzúa. "A ese momento lo llamo el milagro del escarabajo vacaloura", concluye.