La mirada cítrica: ¿Arde el diálogo social?
Ignacio Rodríguez Burgos analiza con su particular visión la actualidad económica en La Brújula
Ha fallecido el actor francés Jean Paul Belmondo, un actor, un hombre superlativo, como su nariz, superlativa, que diría Quevedo. Era su rasgo facial más preciado, herencia de su pasado de boxeador. Sonrisa envolvente en un rostro pícaro y contundente del profesional que abrió la Nouvelle Vague, la nueva ola del cine francés, con Godard y su conocida, "A Bout De Souflé" , "Sin Aliento" y aquí estrenada como, "Al final de la Escapada"…
En estas estamos en el diálogo social, casi sin aliento y sin acuerdo en la subida del Salario Mínimo, la ministra Yolanda Díaz ha basado buena parte de su gestión de gobierno en el collar de pactos alcanzados con los agentes sociales: Ley Riders, primera fase de la reforma de las pensiones, teletrabajo, prórrogas en los ERTES. Tras el fracaso de hoy la pregunta es: ¿Arde el diálogo social?
Paris no ardió y el diálogo social seguro que tampoco. Pero la CEOE, la patronal, quiere poner límites. La reforma laboral está a la vuelta de la esquina y los empresarios creen que se entra en la parte nuclear del diálogo social y aquí la patronal endurece su posición.
A las diferencias entre sindicatos y empresarios también se superponen las discrepancias dentro del Gobierno a cuenta de que mes se eleva el SMI. A este paso Calviño y Díaz van a ser tan inseparables como Jean Paul Belmondo y Alain Delon.
El Gobierno persigue al coste de la electricidad como si persiguiera una sombra, la sombra de un Borsalino. La ministra Ribera prepara un plan de choque para reducir el precio y no dejar en negro la promesa del presidente de terminar el año con el mismo coste que en 2018. Así que habrá reformas fiscales, nuevas referencias de precios y sacar algunas fuentes energéticas del mercado mayorista.
El recibo de la luz es un sudoku y el mercado eléctrico puede terminar con más aristas que el cubo de Rubik, entre tanto la crisis de los componentes mete el freno en la producción de 9 factorías. La falta de microchips está dejando a la industria del automóvil más abollada que los coches que conducía Belmondo.