LAS CLAVES DE LA BRÚJULA

Alberto Aparici: "El presente existe, pero es una cosa que nuestra mente reconstruye"

En La Brújula hablamos sobre el concepto de tiempo con el doctor en física y divulgador científico, Alberto Aparici.

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Vivimos inmersos en el tiempo, nos acompaña toda nuestra vida. Una vez ha pasado, no hay manera de recuperarlo. Es la única cosa en el universo que nunca se detiene y siempre corre hacia adelante. Aparici recomienda repensar el tiempo, cambiar el chip e incorporar cosas que la física moderna nos ha explicado acerca del tiempo.

Una idea que deberíamos cambiar acerca del concepto de tiempo es el presente. Asumimos el presente, el ahora, con muchísima naturalidad. Es normal porque somos seres biológicos, tenemos recuerdos, y esos recuerdos los va hilando nuestra mente para llegar hasta este momento en el que estamos actuando, el ahora.

En el sentido biológico el presente existe, pero es una cosa que nuestra mente reconstruye. La mente es el lugar donde convergen todos esos recuerdos. ¿Existe el presente fuera de nuestra mente? ¿Existe el presente en el mundo físico? Todo indica que la respuesta es no.

El presente está circunscrito a las regiones más cercanas a donde tú estás. Que el presente no exista es una consecuencia de un principio: nada se puede mover más rápido que la luz. Lo dijo la Teoría del principio de relatividad de Einstein. Este principio dice que los objetos se pueden mover muy rápido, pueden tener mucha energía, pero nunca se van a mover a más de 300.000 kilómetros por segundo, que es la velocidad de la luz.

Con esto en mente nos preguntamos, ¿qué está pasando ahora mismo en el sol? Si existe un "ahora", deberíamos poder decir que está pasando ahora en el sol. La luz tarda un tiempo en llegar del sol a la Tierra, por lo que no podemos saber que está pasando en el sol en este instante, lo sabremos cuando nos llegue la luz.

La información desde el sol tarda en llegar ocho minutos. El "ahora" sí que existe, lo que pasa es que no podemos conocerlo hasta dentro de un rato. No es lo mismo la existencia del "ahora" que cuándo puedes conocer el "ahora". El problema real es que no hay nada que podamos hacer ahora mismo que pueda afectar al sol durante ocho minutos. Hagamos lo que hagamos nada le va a afectar hasta dentro de esos ocho minutos.

Eso es malo porque el mundo físico se construye mediante cadenas de causa y efecto. Yo lanzo una bola, la bola le da a un jarrón, el jarrón se cae al suelo, mi madre se enfada. La física consiste en esas largas cadenas que llegan desde el Big Bang hasta la actualidad. En estos 8 minutos no hay causa que yo pueda ejercer que afecte al Sol. Vivimos, durante 8 minutos, en universos paralelos.

La física es tan sensible a esta diferencia, a que haya causas y haya efectos, que se niega a “reconocer” esos mundos desconectados. La misma relatividad dice que lo que nosotros percibimos como “el Sol en este instante” otros observadores lo verán como “el Sol cinco minutos antes de que hablara Alberto”. Otros lo verán como “el Sol justo cuando se acaba esta sección”. Esto recibe un nombre en física: la relatividad del presente. El presente existe: no es que el Sol haya desaparecido, pero es relativo. Depende de a quién le preguntes. Ubicar ese instante en el tiempo es una pregunta sin respuesta porque, al no haber cadenas de causa y efecto, no se puede responder.

El pasado y el futuro tienen cimientos más fuertes, precisamente por las cadenas de causas y efectos que nos conectan con el futuro y al revés: efectos producidos por causas que nos conectan con el pasado. Así que podemos anunciar, para tranquilidad de todos, que el pasado y el futuro sí existen. El problema es saber cuál es cuál.

Esta distinción entre pasado y futuro parece estar muy relacionada con la información que uno tiene acerca del universo. Nosotros no tenemos información sobre todo el universo. Tenemos información sobre un trocito de este. Si tuviéramos toda la información, el futuro y el pasado no nos parecerían tan distintos. Un ejemplo: imagina que pongo un petardo dentro de una naranja, enciendo el petardo y veo cómo explota y los trocitos de naranja salen en todas direcciones. Ahora imagina que veo este vídeo al revés: veo trocitos de naranja llegando en todas direcciones y sus trayectorias coinciden de forma que, ¡plaf!, se forma una naranja.

Cualquier persona sensata sabe que el segundo vídeo lo estoy viendo al revés, que eso en el mundo real no pasa. O sea, sabemos que el pasado es la naranja entera y el futuro es la naranja en trocitos. Pero si yo fuera un observador omnisciente, si yo siempre supiera todo sobre todos los átomos del universo, ¿qué opinaría del segundo vídeo? Diría “qué curioso, tantos trozos diferentes han terminado juntos”, pero no me parecería una aberración.

La diferencia entre pasado y futuro es, en parte, una cuestión de qué cosas consideramos probables y qué cosas consideramos improbables. Esto se debe a que tenemos una información incompleta del mundo. Lo que distingue pasado de futuro es sólo una cuestión de qué procesos consideramos que son muy improbables.

El calor y el pasado y el futuro están muy relacionados porque nos permite distinguir lo probable de lo improbable. Si no viviésemos en un mundo en el que la energía se puede distribuir, y yo no tengo toda la información de eso, seguramente no podríamos distinguir tan fácilmente lo que es el pasado del futuro.

Aparici recomienda leer "El orden del tiempo", del físico italiano Carlo Rovelli. "Un gran libro. Si uno quiere aprender sobre el tiempo, es imprescindible".