LA OPINIÓN DE FERNANDO ÓNEGA

La carta de Ónega al niño de Puerto Real: "Quiero ensalzar tu valor pero también criticar tu inconsciencia infantil"

Fernando Ónega dedica su carta de La Brújula al niño de Puerto Real (Cádiz) que a sus 13 años se marchó de su casa, a la aventura de encontrarse con un supuesto amor que conoció a través de internet, en Madrid.

ondacero.es

Madrid | 09.02.2021 23:40

Y buenas noches a un niño de Puerto Real que, por su edad, 13 años, es improbable que esté escuchando en la radio. Naturalmente, desconozco tu nombre y, aunque lo supiera, no lo podría citar. Sólo estoy informado de tu aventura, que contó El Confidencial: antes de ayer, tarde del domingo, desapareciste de casa.

Te puedes imaginar, o quizá no, lo que les ocurrió a tus padres: llegó la noche, no tenían noticias tuyas y les entró el terror. Amaneció el lunes y seguían sin saber de ti. Lo que pensamos los padres, que hemos leído y oído tantas historias trágicas de niños desaparecidos, es a medias en el milagro y a medias en la desgracia. Hasta que sonó el teléfono y el teléfono les devolvió la vida: habías sido localizado en Madrid. Te encontró la policía municipal, perdido y desorientado en la gran ciudad.

Habías viajado desde Puerto Real y, según las primeras hipótesis, para conocer a una chica con la que habías contactado por Internet. Una novela. Amor inocente de crío de trece años. Pasión desatada cuando ni siquiera sabes lo que es una pasión. La busca de esa persona idealizada que a tu edad ya identificas con la felicidad. Una película sin guion que has querido protagonizar con muchos de los ingredientes del cine, pero sin lujo ni sexo. El niño que emprendió la aventura de su vida, inspirado sabe Dios en qué historia leída, sabe Dios en qué serie, sabe Dios en qué fabulación de colegio.

Y lo que es Internet. Digamos que tu historia es la historia de tantos adolescentes y jóvenes, también de mayores, que ligan en las redes, que demasiadas veces son engañados en las redes, que caen en la red de la seducción de lo desconocido. No sabes, criatura, de la que te has librado. Esa chica que te atrapó pudo no haber sido una chica. Pudo haber sido una trampa en la que tantos y tantas han caído. Pudo haber sido un reclamo para un mal fin. Pudo haber sido la triste realidad de un engaño, nadie sabe para qué.

Yo quiero ensalzar tu valor de coger un tren o un autobús y recorrer 650 kilómetros sin saber a dónde ibas. Pero quiero criticar severamente tu inconsciencia infantil. Y quiero celebrar que te haya encontrado la policía municipal. Eso es lo único que permite hablar de final feliz.