La carta de Ónega a Valladolid: "Daría un trozo de alma por un pedazo de pan lechuguino y cambiaría mil placeres por unas cocadas"
Fernando Ónega dirige su carta, en La brújula, a la ciudad de Valladolid
Madrid | 05.11.2021 23:31
Cada año, cuando esta radio se acerca a Valladolid, para este escribidor es una fiesta. Es una fiesta, porque eres, Valladolid, una antología de recuerdos. ¿Sabes? Yo he mordido tu tierra. Literalmente la he mordido, gateando por Medina de Rioseco en unas maniobras militares cuando hacía la mili, que un general de por ahí nos llevó desde A Coruña, que entonces era todavía La Coruña. Y el sabor de la tierra nunca se olvida.
Y hablando de sabores: algún día me tendrán que hacer un homenaje, porque llevo más de medio siglo parando en Rueda y vaciando las bodegas, y eso que cada día hay más. Y llevo otro tanto tiempo paseando los pagos de la Ribera, sobre todo para hacer amigos, porque beber, lo que se dice beber, este escribidor no bebe. Simplemente agota las existencias como colaboración al crecimiento del PIB de la provincia. Lo mismo que me ocurre con algunas otras costumbres, y alguna vez ya te dije, Valladolid, que daría un trozo de alma por un pedazo de pan lechuguino y cambiaría mil placeres por unas cocadas y unos bizcochos de Santa Clara. Tentaciones y pecados, ya sabes. Seducciones de Valladolid.
Daría un trozo de alma por un pedazo de pan lechuguino y cambiaría mil placeres por unas cocadas y unos bizcochos de Santa Clara
Yo mantengo que el orgullo de las ciudades y los pueblos se expresa por el tamaño de las letras con que escribe su nombre. Y el tuyo lo han puesto muy grande y de pie delante del Edificio de Caballería, y allí me hago yo selfies como un turista para que vean en mi pueblo que estuve en Valladolid. Y cuando quise internarme en la historia me fui al Palacio Real, que tienes Palacio Real y habitaciones donde nacieron reyes de España. Y cuando quiero hacerme el culto le hablo a la gente de Umbral y Delibes; de Cervantes y Zorrilla; de Rosa Chacel y Jorge Guillén; de Núñez de Artce o Juan de Juní y me preguntan por qué sé tanto de ellos y les respondo que es que fueron de Valladolid o tan buena vida encontraron ahí, que ahí se quedaron a vivir. Como Cristóbal Colón, aunque no tienes puerto de mar. Pero tienes una gran Plaza Mayor.
Y sugieres andanzas de picaresca. Y tienes la grandeza de los palacios de Pimentel y Fabio Nelli y las casas de nobleza. Y eres un no acabar nunca de encontrar museos, desde el Nacional de Escultura al último de Cristóbal Gabarrón. Y el otro día, al bajar del Ave, encontré el mayor espectáculo del mundo: el color, los colores, la explosión de colores de otoño del Campo Grande. ¡Dios, qué belleza! Tienes hasta el Pisuerga que, puesto a elegir por dónde pasar, todo el mundo sabe que eligió Valladolid