La carta de Ónega a Salvador Illa: "La defensa política de la unidad nacional en Cataluña queda en sus manos"

Y buenas noches a don Salvador Illa i Roca. La primera obligación del escribidor es felicitarle por haber llegado el primero a la meta. Desde Pasqual Maragall, el PSC, no conseguía un éxito parecido: con unas cuantas decenas de votos más, ganó las elecciones, aunque la Ley Electoral de Cataluña está hecha por independentistas y a los independentistas beneficia. Así que teniendo más votos, sobre todo en Barcelona, solo consigue tener un escaño más que Laura Borrás y empata con Aragonés.

Puede usted volver al lenguaje que se utilizaba cuando Aznar se medía con Felipe González y hablar de triste victoria. Triste, porque lo difícil viene ahora: reunir votos para presentar su candidatura con alguna esperanza de que prospere. Y es muy complicado, señor Illa. Ahí tiene a Pere Aragonés moviéndose como una anguila para construir una mayoría a toda prisa y cerrarle a usted el paso. Ahí tiene a la señora Borrás diciéndole a Aragonés que ni se le ocurra pactar con el PSC, que hay que hacer un gobierno independentista en el que molestan incluso los Comunes. Y ahí tiene a los Comunes que, sin haber crecido en las urnas, tratan de que se construya un gobierno de izquierdas, que tiene lógica como imitación de la coalición con Podemos, pero habrá que pelear mucho la presidencia.

Apreciado señor Illa, en Cataluña es más difícil el día después que ganar las elecciones. Tanto esfuerzo, tantas ilusiones, para quedarse sin ministerio y a lo peor como jefe de la oposición en Cataluña. Pero en estos momentos de incertidumbre quiero decirle alguna cosa. Quiero decirle que, frente a crispación que se vislumbra por el fracaso del centrismo conservador, usted sigue siendo el hombre de las buenas formas que tanta falta nos hace.

Quiero decirle que, si no consigue la presidencia ni la vicepresidencia, ha vuelto a poner en el mapa al PSC y eso tiene gran valor en un hombre de partido. Y quiero decirle, sobre todo, que, reducidos a testimoniales, quizá residuales, el PP y Ciudadanos, la defensa política de la unidad nacional en Cataluña queda en sus manos. No hay más referencia que la suya. Usted representa a 40 millones de españoles. Con poder o sin él, esa será su responsabilidad.