TERRITORIO NEGRO

Territorio Negro: Las mordidas del Palau

Era Pasqual Maragall tirando con bala. Convergencia Democrática, el partido que había gobernado y gobierna hoy Cataluña, tenía un problema y era que cobraba una mordida del 3 por ciento de los contratos públicos que concedía a grandes empresas españolas. Aquello quedó olvidado entre las negociaciones del Estatut catalán. Pero el tiempo y la policía han descubierto que Maragall se quedó corto. En el territorio negro de hoy, explicaremos cómo algunas grandes empresas de la construcción, sobre todo Ferrovial, pagaban un sobrecoste de hasta el 4 por ciento del valor de las obras. La mayor parte de esa mordida, que dirían los mexicanos, acababa en manos de los tesoreros de Convergencia; el resto, en las de Félix Millet, que fuera presidente del Palau de la Música, supuesto lugar limpio, escenario de alta cultura en Cataluña y que fue usado durante años como tapadera para financiar al partido que gobierna.

ondacero.es

Madrid | 08.07.2013 18:51

Empezamos haciendo un resumen del caso Palau de la Música, que es un verdadero pozo negro para el principal partido político de Catalunya. El juez Pijuan tiene embargada la sede principal de Convergencia, ahí en Barcelona, para pagar su posible responsabilidad por el desfalco del Palau de la Música. De allí han desaparecido casi 36 millones de euros desde el año 1997 al menos hasta 2008. La fiscalía cree que 6 millones 600.000 euros fueron a parar a Convergencia Democrática de Catalunya, primero en la etapa de Jordi Pujol, y luego en la de Artur Mas. El ex presidente del Palau, Félix Millet, y su número dos, Jordi Montull, han asumido que ellos se quedaron con casi tres millones y medio. El resto del dinero no se sabe dónde fue a parar.

Han desaparecido 26 millones de euros de fondos del gobierno central, también de Cataluña, de donantes individuales, que eran para contribuir a las obras y al futuro del Palau, a la cultura, vaya. Vamos a la parte más pequeña, la que está localizada, los tres millones trescientos mil euros que se llevaron los señores Millet y Montull.

Ambos confesaron haber desviado esa cantidad para gastos personales. Montull, por ejemplo, explicó que había comprado un diamante de 16.000 euros. Su jefe, Millet, casó a su hija en el Palau, a gastos pagados, claro, realizó numerosos viajes, por ejemplo a Las Maldivas, y hasta compró, con dinero del Palau, naturalmente, un estanque para peces y un mando a distancia sumergible para su piscina

Y estos dos tipos estuvieron en prisión trece días en 2009. Y están en libertad y tienen sus casas de verano en Fornells, en Menorca… En fin. Pudieron hacer ese saqueo porque eran solo una pieza del engranaje

Los investigadores creen que el saqueo al Palau comienza en los años 97-98 del siglo pasado. De hecho, en el registro de los despachos y ordenadores del Palau encontraron documentación valiosísima y que habla por sí sola. Vamos a traducir del catalán un fragmento de una carta que escribió el presidente del Palau, el ínclito señor Millet, al entonces tesorero de Convergencia, don Carles Torrent. Está fechada el 8 de septiembre de 1999 en Barcelona. Dice: “Amigo Carlos. El motivo de estas líneas es pedir tu ayuda para que se adjudique alguna obra a Agroman, dado que vamos muy atrasados y empiezo a tener problemas”.

El presidente de una entidad cultural pide a un tesorero de un partido que se den obras públicas a una constructora. Y no solo eso, le señala una obra posible para empezar a tener contentos a esos amigos de Agroman.

La carta continúa: “te adjunto el proyecto para la construcción de una estación depuradora de aguas residuales en La Escala (Girona), donde han quedado muy bien situados. La decisión sobre esta adjudicación depende de Barcelona. Te agradecería que hicieras lo imposible para solventar este tema, porque, hasta el momento, prácticamente no ha salido nada a pesar de que Agroman y Ferrovial estaban bien colocados en distintos lugares”. El señor Millet se da cuenta del tono de la carta, donde casi está dando órdenes para que el gobierno catalán conceda obras y añade: “perdona mi insistencia, pero si no fuera porque estamos quedando mal no te insistiría tanto. Gracias por todo. Recibe un fuerte abrazo”.

Ferrovial, a través del que entonces era su consejero delegado, el señor don Rafael del Pino, consiguió muchas obras públicas en Cataluña. Y luego entregaba un porcentaje del valor de esas obras al Palau de la Música. Otra hoja hallada en el registro del Palau y con fecha de 10 de marzo de 2000 muestra lo fluido de la relación. Se titula “Situación de Ferrovial y la Fundación Orfeó Catalá Palau Música Catalana”. Leemos textualmente: “Ferrovial, en su momento, pagó 100 millones correspondientes al 4 por ciento de los 2500 millones de obra.”

Traduciendo, la constructora pagó cien millones, que es el cuatro por ciento del valor de las obras públicas que el gobierno de la Generalitat le concedería en Cataluña, unos 2.500 millones. Por eso las prisas para darles más obras, porque la mordida se pagó por anticipado. Todo indica que fue así. Seguimos leyendo ese documento del caso Palau: “La Generalitat indica que ya se le han adjudicado 250 millones, por lo que quedan pendientes de adjudicar obra por 2.250 millones, cosa que Ferrovial acepta”.

Y ese sistema corrupto funcionó durante años. La Agencia Tributaria cree que esa constructora pagó 12 millones de euros a través del Palau entre los años 1998 y 2008. Pero es que el sistema funcionaba bastante bien. Era casi automático. Tanto, que el señor Millet no lo olvidaba ni en vacaciones. En junio de 1999 ha pasado unos días en las islas Maldivas y escribe una carta al vicepresidente de Ferrovial. “Aprovecho la ocasión para hacerte llegar una fotografía que hice buceando en las islas Maldivas. Me llamó la atención la mancha en el costado que tiene este pez, puesto que me recordó el anagrama de Ferrovial”. Y le adjunta la foto del pez.

Más allá de ese entusiasmo, casi adolescente, con la gran constructora, el señor Millet se enteraba en el Palau de que Ferrovial iba a hacer una obra pública en Cataluña, construir algo. Entonces escribía a un directivo de Ferrovial y le recordaba, con mucha educación, eso sí, que le tocaba pasar por caja.

Hay otras cartas que encontró la policía en los ordenadores del Palau que reflejan esa buena educación, esa impunidad, al fin y al cabo. El 30 de mayo de 2002 Millet escribe a Pedro Buenaventura, directivo de Ferrovial. Alguien le ha contado que Ferrovial va a construir un polideportivo en Sant Cugat del Vallés, cerca de Barcelona. “Amigo Pedro, he estado intentando hablar contigo porque ya hace días se me informó de la adjudicación de la obra del ayuntamiento para la construcción de un nuevo pabellón PAV3, por un importe de 4 millones 176.019 euros. Creo que sería conveniente que comentáramos el tema lo antes posible. Recibe un cordial saludo”. Y firma el señor Millet, presidente del Palau.

Detrás de ese documento, la policía encontró otro titulado “Construcción de un nuevo pabellón en Sant Cugat del Vallés”. Se escribe el dinero, esos más de 4 millones de euros, se traduce a pesetas y al lado se escribe: el 4 por ciento: 167.040,76 euros. Debajo se añade: “A distribuir: 2.5 por ciento (algo más de 104.000 mil euros y 1.5 por ciento, 62.640 euros.

El juez cree que ese 2.5 por ciento era para Convergencia Democrática, el partido de gobierno, el que concedía las obras a Ferrovial. Y el 1.5 por ciento era para el Palau de la Música, aunque en realidad fue para el señor Millet y su lugarteniente, el señor Montull.

Vamos con dos ejemplos más encontrados, insistimos, en la contabilidad del señor Millet y el señor Montull. La construcción de la línea 9 del metro en Barcelona fue adjudicada a Ferrovial. Fue una obra enorme, valorada en más de 86 millones de euros, tanto que en la hoja que encontró la policía, se saca el 4 por ciento en pesetas: 576 millones y medio. El partido va a recibir algo más de 360 millones por conceder esa obra a la constructora. Es tanto dinero que hacen un plan para cobrar diez millones cada mes de 2004, 2005 y 2006. Son tan profesionales que añaden, “de marzo a julio se adelantarán las cantidades a cobrar y se aplicarán los intereses en vigor”.

O sea, por la línea 9 de metro de Barcelona, Ferrovial pagó diez millones de pesetas al mes durante tres años, dinero que acabó en Convergencia. Y el otro caso documentado, es una otra obra enorme, la ciudad de la justicia o la ciudad judicial de Barcelona. Ferrovial obtuvo el 22 por ciento de esa obra, que se valoró en 48 millones de euros. Le tocaba pasar por caja y pagar 1 millón 936.000 euros a la trama, justo el 4 por ciento. Y tuvieron el detalle de hacerle un plan para pagar en cuatro años, de 2006 a 2009 incluidos, a 484.000 euros por año.

Sabemos que están acusados los señores, por decir algo, Millet y Montull, los jefes del Palau; también algunos directivos de Ferrovial. De Convergencia, el primer tesorero, Carles Torrent, que ya falleció. Está imputado el que fuera su sucesor en las finanzas del partido, Daniel Osácar, que dejó su puesto tras el escándalo; por cierto, antes había sido secretario personal del actual presidente de la Generalitat, Artur Mas. También está imputado el que fuera diputado de CiU, Jaume Camps. Un documento del señor Millet refleja que un tal JCamps cobró 5 millones 450.000 pesetas de Ferrovial en marzo de 2003. El juez entiende además que Convergencia se benefició de esa trama y de otras y por eso le puso una fianza de 3 millones 300 mil euros.

Las investigaciones indican que había otras tramas. Ferrovial fue el principal donante digamos, pero imaginamos que la voz se corrió y que no solo Pascual Maragall estaba al corriente. El sistema para obtener dinero se fue sofisticando. Y algunos documentos muestran cómo se estableció el sistema: empresas constructoras donaban dinero al Palau de la Música y luego ese dinero, el mismo, se traspasaba a una cuenta de la Fundación Trias Fargas, vinculada a Convergencia y ahora rebautizada.

La policía encontró otro documento titulado “ingresos a 31 de diciembre de 2001”, en plena época dorada para la trama. Allí sumaba sus cuentas bancarias, sus cajas fuertes, sus monedas extranjeras, sus terrenos y todo daba unos 169 millones de pesetas. Debajo, añadía un epígrafe llamado “fons de reserva”. Y allí tenía en fondos de inversión otros 147 millones. Por último, bajo el epígrafe “Otros” escribió: “Suiza, un millón de dólares”.

Ya iba el hombre por unos 500 millones de pesetas en el año 2001. No está mal. Pero esa hoja tenía además una nota a pie de página. Dice textualmente: el fondo de inversión (Félix hijo) ya tiene 20 millones de pesetas. En cuanto a su habilidad para tener contentos a todos, Millet cultivó la amistad de Artur Mas, pero también la de José María Aznar cuando fue presidente del gobierno. Los dos políticos y sus esposas pasaron invitados por su casa de vacaciones en Menorca. El sumario incluye, por ejemplo, una carta de Millet a Aznar en 2003: “sería para mi esposa y para mí un placer que, tal como hicimos el año pasado quisieras volver a compartir una velada con nosotros. Prepararíamos una cena informal para ti y Ana, a la que también invitaríamos a Oscar Tusquets y su esposa”.

Tusquets fue el arquitecto que hizo las obras de reforma del Palau. Y esa amistad superficial aunque bastante fluida con Aznar, así la define en el sumario la Agencia Tributaria, Esta amistad le trajo algún reproche. Sobre todo cuando el señor Millet aceptó formar parte de una fundación llamada Catalunya Futur, una especie de franquicia catalana de la FAES de Aznar y el PP. De hecho, un anónimo acusó a Millet de entregar 600 millones de pesetas de esos desaparecidos del Palau a la Fundación FAES; pero la Agencia Tributaria investigó y no encontró nada.

En fin, el caso es que ante esas acusaciones de ser poco catalán, Millet no se cortó y escribió entonces al que era consejero de Cultura del Gobierno catalán, Jordi Vilajoana con un argumento poco patriótico pero demoledor: “la Generalitat ha dado 200 millones para las obras del Palau, el ministerio de Cultura del gobierno del señor Aznar, ha dado 1.900 millones”.

Pero también existía una buena relación, y esa parece más lógica, con el señor Artur Mas. Y con todo el mundo y el poder nacionalista catalán. En 1999, poco después de ponerse en marcha el sistema de cobros, Millet recibió la Cruz de Sant Jordi, máximo galardón que otorga la Generalitat, entonces presidida por Jordi Pujol. Cuando Artur Mas toma el liderazgo del nacionalismo catalán, Millet establece buenas relaciones con él. También le invita a su casa de verano, le llama amic Artur y el 30 de junio de 2008 le agradece otro premio más, el de la Fundació Grupo 7, por sus servicios a Cataluña. Leemos la carta que le escribió Millet a Mas: “El reconocimiento que representa este galardón me da fuerza para seguir trabajando puesto que sé que gozo del apoyo de amigos que, como tú, valoran mi compromiso con nuestro país”.

Millet tenía claro que debía cultivar una imagen de nacionalista catalán si quería mantener su sistema. Tanto que, para que otros nacionalistas no protestaran por la enorme presencia de la constructora Ferrovial en Cataluña, escribió otra carta, que también está en el sumario, al consejero delegado de la constructora, Rafael del Pino Calvo Sotelo. “Querido amigo: Creo que para potenciar la imagen de “catalanismo” (lo escribe entre comillas) de Ferrovial y poder resaltar las actividades de mecenazgo que está llevando a cabo en Barcelona sería interesante que un periodista te hiciera una entrevista (a tu padre y a ti conjuntamente o a uno de los dos a vuestra elección).

La carta continúa: “Esta entrevista podría ser publicada en el periódico Avui. (un diario, esto lo decimos nosotros, nacionalista, afín a CiU y que recibe cuantiosas subvenciones) Si te parece bien mi sugerencia, te ruego que me lo comuniques para contactar con el periodista y montar su desplazamiento a Madrid en la fecha que sea conveniente para vosotros”.

Millet repartía dinero muy generosamente. No solo contrataba a su hija o a la hija de su colaborador Montull. Un documento hallado en los ordenadores del Palau se titula “Propinas 2003” y recoge que ese año gastó 251.000 euros en ese apartado, más de cuarenta millones de pesetas. No solo era por generosidad con dinero ajeno claro, era para evitar problemas.

Por ejemplo, Millet entregaba 500 euros a agentes de la Guardia Urbana cada vez que había conciertos por las molestias y su trabajo. El documento recoge 280 conciertos, por 500 euros, 140.000 euros a los policías municipales. Tampoco se olvidaba de los vecinos del Palau que sufrían las obras y los ruidos, y les dio en un año 50.000 euros, a mil euros por vecino. Entregó 12.000 euros a los vigilantes jurados encargados de custodiar esas obras. A los camioneros, que el llama bedeles de descarga, les dio 10.000 euros de propinas ese año, 100 euros a cada uno. En otros campos más artísticos, si los músicos que actuaban hacían un bis, recibían 500 euros. Ese año hubo 70 orquestas, por 500 euros, 35.000 euros de propina en total. Y, claro, no podía faltar una vela a Dios. El cura recibió cuatro propinas de mil euros cada una. Así conseguía una imagen inmejorable. No extraña que debajo de esos gastos en propinas, la última línea escrita diga: “el dinero mejor invertido”.