El caso de Diana Quer
Su rostro se ha hecho tristemente famoso y la historia de su joven vida, solo 18 años, está ahora bajo la lupa de los investigadores de la Guardia Civil. Se llama Diana Quer López Pinel y está desaparecida desde el 22 de agosto, hace casi un mes. En este Territorio Negro, vamos a explicar qué se sabe y qué se piensa que pudo ocurrirle a esta chica cuando disfrutaba de una noche de fiesta en A Pobra de Caramiñal, en la provincia de La Coruña.
Hay pocas, muy pocas certezas sobre qué le ocurrió a Diana Quer desde que desapareció. Empecemos, por lo que es seguro.
Diana acudió a las fiestas del Carmen dos Pincheiros aquella noche del domingo 21 al lunes 22 de agosto. Estuvo bailando y divirtiéndose con un grupo de amigas. Pasaba ese mes con su madre y su hermana pequeña en una casa a las afueras de A Pobra do Caramiñal, un pueblo de unos diez mil habitantes. En torno a las dos y media de la madrugada se despide de sus amigas y camina en solitario hacia su casa por el paseo marítimo. Va mensajéandose por whatsapp con un amigo de Madrid.
Y es a ese amigo al que le dice que un gitano, así lo escribe ella, la está acojonando, la está diciendo “vente morena”. Eso ocurrió entre las tres menos veinte y las tres menos diecisiete minutos. Se trataba de un feriante de los coches de choque que había trabajado en las fiestas. Estaban aparcados con sus caravanas para pasar la noche allí. Las investigaciones apuntan a que el feriante fue simplemente un tipo rijoso, un inoportuno, un pesado que le dijo a Diana una grosería sobre su cuerpo.
Pero Diana Quer siguió caminando, salió bien de ese incidente. La chica se siguió cruzando mensajes, esta vez con una amiga. Son las tres de la madrugada y aquí empiezan las dificultades para los investigadores. Diana está muy cerca de la casa donde pasa el mes con su madre y su hermana Valeria.
Todo indica que llegó a casa. La joven llevaba unos pantalones cortos de color rosa cuando volvía a casa aquella noche. Y la Guardia Civil encontró esos pantalones en el chalé familiar. La madre echó en falta unos pantalones vaqueros y una cazadora. Eso sí, ni la madre ni la hermana pequeña la oyeron llegar a casa. La hipótesis que siguen los investigadores es que Diana fue a casa porque tenía frío (ya había pedido una sudadera en las fiestas que le había dejado una amiga), cogió ropa y volvió a salir.
No cogió dinero ni documentación. Y tampoco discutió con su madre, como se ha contado. La Guardia Civil no tiene ni una sola prueba de eso. La madre y la hermana pequeña lo niegan. Como contamos en Interviú, se ha estudiado también el teléfono móvil y el coche de la madre y no se movieron esa madrugada de la zona. Todo indica que, pasadas las tres y media de la mañana, Diana salió otra vez de casa con unos 20 euros en el bolsillo, su ropa y su teléfono móvil, que andaba ya escaso de batería.
Los investigadores creen que Diana había quedado con alguien para seguir la fiesta. Esta operación de búsqueda de Diana Quer se parece, nos cuentan, a seguir los dedos o las líneas de una mano. Hay varias posibilidades. Pero la hipótesis que tiene más fuerza, con los datos que hay, es que Diana se citó con algún amigo o algunos para seguir la fiesta en otro lugar. Pudo ser que un grupo de chavales quedara en otra zona para seguir la juerga o que se citara solo con un chico. Eso no nos lo cuentan, jefa.
Y en ese punto, el teléfono móvil de Diana Quer sigue hablando a los investigadores. Su señal salta en A Pobra do Caramiñal, desaparece y reaparece unos veinte minutos después, hacia las cuatro y diez de la mañana, en Rianxo, un pueblo cercano, también en la orilla norte de la Ría de Arousa, situado a unos diecinueve kilómetros de donde se le pierde la pista a Diana. En esa zona, la Guardia Civil ha rastreado, sin éxito, en un par de lugares frecuentados por jóvenes y parejas en busca de intimidad.
Parece evidente que tuvo que ir en coche para llegar tan rápido a Rianxo, alguien tuvo que llevarla, aunque no es matemático. Se ha investigado y en zonas de la Ría, cuando hay saturación de móviles, un teléfono, sin moverse, puede dar señal en uno y otro repetidor. Pero, que el teléfono de Diana estuviera a esas horas en Rianxo es lo más lógico y probable.
Es la última señal del móvil de Diana. Pasadas las cuatro y cuarto de la madrugada, el teléfono se muere. Ya no puede rastrearse. Los agentes pueden seguir la pista de un teléfono móvil apagado, pero no de uno sin batería.
Y ahora la Guardia Civil está haciendo un trabajo artesanal para tratar de armar el puzzle. Hay dos ayudas tecnológicas: saber cuántos coches hicieron ese camino a esas horas y cuántos teléfonos móviles estaban por la zona. Pero, a diferencia del caso de la niña Asunta Basterra, no hay cámara que haya mostrado rastro de Diana. De hecho, en A Pobra y la zona hay muy pocas cámaras de seguridad. Pese a todo, de las imágenes de una de ellas se han localizado ya 1.500 matrículas. También hay cientos de movimientos de teléfonos móviles en la zona aquella madrugada.
Se han cotejado también donde estaban algunos agresores sexuales de la provincia aquella noche, algunos presos que tuvieron permiso el fin de semana, el paradero de otros delincuentes más o menos reincidentes… Se ha comprobado también, y luego volveremos a ello, dónde estaban tres chicos de la Comunidad de Madrid que tuvieron incidentes serios con Diana en el pasado.
Se trata de cotejar quiénes estuvieron por la zona e ir descartando, claro. A la vez, se investiga quiénes estuvieron en la fiesta con Diana y cerca de Diana. Y se han encontrado algunas pistas, como contamos en Interviú.
Hay un grupo de unos treinta jóvenes que estuvieron en las fiestas más o menos cerca del grupo de Diana Quer. Y hay varios testigos que señalaron a la Guardia Civil que la chica pudo irse en un coche negro, un modelo antiguo de Audi A3. De hecho, los investigadores han localizado ya y también le han interrogado a un joven que tiene un Audi A3 y estuvo en las fiestas cerca de Diana
Y qué ha dicho ese joven que sigue en libertad, por supuesto. Es un investigado por el caso, pero hay más, hay cien personas. No sabemos qué ha dicho. Solo que es un investigado más en esta historia. De cruzar los datos de los coches, especialmente un coche negro u oscuro, con los teléfonos, la Guardia Civil maneja una lista de casi cien personas, todos hombres. Y en esa lista se incluyen unos veinte jóvenes que estuvieron más cerca de Diana aquella madrugada.
La hipótesis que sigue la Guardia Civil es que Diana quedó con alguien conocido, que se subió en un coche y que algo se torció, algo salió mal. Pero hay otras líneas de investigación, esas líneas de la mano, esos dedos que siguen los agentes de la Guardia Civil.
La idea de un secuestro con fines económicos está casi descartada, pese a que la familia tiene mucho dinero. No ha habido llamada ni petición alguna de rescate. Los secuestros económicos, además, se suelen cometer en el entorno habitual de la persona, en su rutina, no en tiempos extraordinarios, en otra casa, en otras ciudades, de vacaciones…
Y están también la hipótesis de que Diana se fuera voluntariamente. Y ahí entramos en terrenos muy delicados, los que hacen referencia a la vida de Diana y su familia antes de la desaparición.
Diana podía pensar que tenía motivos para marcharse y para quitarse de enmedio, pero tampoco parece que sea el caso. No se llevó dinero ni tarjeta de crédito. No ha vuelto a dar señales de vida. Se han investigado a sus amigas, que algunas tienen varias residencias familiares en distintos puntos de España, las redes sociales… Nada. Además, no tenía medio de transporte, de forma que, y perdón por lo descarnado de esto, los investigadores creen que si se hubiera suicidado, el cuerpo no estaría lejos de su casa y el teléfono no se hubiera movido tanto.
Es cierto que los últimos tres años habían sido muy malos para ella. También para su hermana pequeña. Tras el divorcio de sus padres, las cosas habían ido muy mal. Pero no solo por denuncias de malos tratos, luchas feroces por la custodia y otros asuntos. Las dos chicas, y creo que aquí nos debemos quedar, sufrieron ellas personalmente al menos seis episodios terribles. Y decimos terribles, en los últimos tiempos.
Hay tres episodios duros, clínicos, con la hermana pequeña en el pasado mes de agosto. El último ocurre solo cuatro días antes de la desaparición de Diana Quer. La madre y la cría acuden al centro de salud y la cría acaba ingresada. En estos casos hay un informe médico obligatorio que el doctor emite y pone en conocimiento del juzgado, que decide dar la custodia de Valeria a su padre.
Es un caso paralelo a la desaparición de Diana pero sí es cierto que la Guardia Civil encontró medicamentos tranquilizantes, concretamente Orfidal, en la casa de veraneo familiar. Y que hay indicios que permiten sostener que las dos chicas, de 18 y 16 años tomaron orfidales en ocasiones. Hay incluso un mensaje de whatsapp de la madre un mes antes de la desaparición en el que recomienda a Diana, que entonces está con su padre en Baleares, tomarse un Orfi para tranquilizarse.
Pero es importante decir que esta terrible historia familiar no parece ser la causa de la desaparición de Diana. Los investigadores creen que no. Se puede ser un padre o una madre despistados, desastrosos incluso, pero eso no implica ser un criminal. Muchas veces se miente para ocultar algo que nos avergüenza. Pensemos en el caso de Dolores Vázquez, por ejemplo. Insistimos en que la línea principal es que Diana sufrió una agresión por parte de alguien aquella madrugada. Obviamente, se busca a un hombre y ya hemos hablado de esa lista. Por dar solo un detalle más, se han analizado las mareas y las corrientes de la Ría de Arousa. Los informes y los casos anteriores, por ejemplo el de un hombre al que tiraron a la ría fondeado (con un objeto atado para que se hundiera), muestran que, y perdón otra vez por la crudeza, si Diana hubiera acabado en la ría, el mar habría devuelto su cuerpo en torno a seis o siete días después. Por eso nos dicen que a Diana se la ha tragado la tierra.