¿Se imagina una orquesta sin director? ¿Y un jinete sin caballo? No, respondían, hay cosas que tienen que ser “con”.
Pues bien, la pregunta que sirve hoy la actualidad sería ¿se imagina un ministro contrario a la legislación vigente? ¿Puede un ministro del interior ser homófobo? La respuesta está en el aire, como aquella vieja canción de Dylan, aunque cabe recordar que el progreso de Occidente se ha construido sobre la separación de las creencias y la actividad política.
Uno puede creer en lo que quiera pero el Estado y sus máximos representantes, no pueden mezclar su fe con la res pública que representan. Jorge Fernández Díaz es libre de pensar y decir lo que ha dicho de los gais, pero para hacerlo en público debiera despojarse del cargo que ocupa.