Los gobernantes españoles, los de antes y los de ahora, han adolecido de coraje y valentía para enfrentarse al mundo financiero español, permitiendo fanfarronadas varias como el reparto de dividendos pese a que la crisis les había convertido sin querer en agencias inmobiliarias. En lugar de admitir la realidad como han tenido que hacer los particulares, llevan 3 años resistiéndose como gato panza arriba a rebajar los precios de la vivienda, a diferencia de lo que se han visto obligados a hacer sí o sí los particulares que han querido vender.
El Banco de España y su gobernador se afanó en exigir la reforma laboral y la bajada general de sueldos, pero aún no les hemos oído enfrentarse a aquellos que supuestamente controlaban y regulaban, o sea, los bancos y cajas.
O sea, que entre todos la mataron –la confianza- y ella sola se murió. Ahora, dos empresas privadas extranjeras, tienen que dictaminar si la mentira es la que ya sabemos o aún tenemos algo más de lo que avergonzarnos.