Artur Mas dijo ayer en su alocución televisiva que “nunca Cataluña había estado más cerca de su plenitud nacional”. O sea, que se acabó la ambigüedad tradicional de Convergencia i Unió, tan claramente descrita por el expresidente Pujol hace unos días, cuando afirmó que “se había acabado lo de hacer de Puta y Ramoneta”, una frase coloquial catalana emparejada con aquella otra castellana de “nadar y guardar la ropa”. En realidad, Jordi Pujol estaba diciendo que se acabó lo de hacer de Jordi Pujol, y, en efecto, basta oír al president Mas, o a su propio hijo, Oriol Pujol, para convenir que la crisis está cambiando las estrategias. Se acabaron las medias tintas.
Dentro de un par de horas empieza una manifestación que Más quiere convertir en un aval ante su próxima reunión con Rajoy el día 20. Es un pulso en toda regla, que Rajoy despachó anoche con “ahora no toca el lío”. Una simpleza. No hay que descartar que todo sea una hábil estrategia catalana para mejorar el déficit fiscal. No olvidemos un pequeño detalle: que Mas gobierna con el apoyo del PP.
Pero cuando cientos de miles de personas salen a la calle con una determinada bandera, no es fácil hacerlos regresar a casa. Máxime cuando se está jugando con las cosas de comer. Habrá que suponer que unos y otros, saben lo que hacen.