“La austeridad es un valor, no un castigo” ha dicho Artur Mas, añadiendo que el gobierno español centrifuga el déficit, o sea, lo exige hacia fuera, a las comunidades autónomas, y es más laxo consigo mismo. 1500 millones espera ahorrar el gobierno de Cataluña con recortes en empresas públicas, menos subvenciones, venta de patrimonio, paralización de inversiones y nueva tasa para la FP.
Andalucía, por su parte, tiene que recortar 2500 millones, que saldrán de un aumento de los impuestos, vía IRPF y una bajada general de sueldos y complementos a funcionarios, a los que además se aumenta su jornada laboral.
Artur Más salió en persona a contarlo y luego se sometió a una larga rueda de prensa, obviamente con preguntas. En Sevilla fue la consejera de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, la que dio explicaciones. Hubiera sido deseable que lo hiciera Griñán: el liderazgo es dar la cara sobre todo cuando hay dificultades. Eso vale para el presidente de la Junta, y sobre todo para el inquilino de la Moncloa, cuya presencia pública es inversamente proporcional a la necesidad de los ciudadanos de recibir explicaciones.