Patricia nos cuenta lo duro que es esta enfermedad. Por desgracia, o por fortuna (yo lo veo así) la mayoría de veces ellos no se dan cuenta del problema que tienen, lo que hace que sea menos duros para ellos mismo. Mi madre lo hubiera pasado muy mal si hubiera sabido lo que le pasaba en realidad. Mi padre cuidaba de ella hasta que murió hace un año. Se dedicaba totalmente a ella, y no quería ayuda de nadie. Le trataba como una reina, le peinaba, le duchaba...
Trinidad tiene a su madre con Alzheimer en los últimos 16 años. Ver cómo tu madre se convierte en tu hija, cambiándola, dándola de comer... Me da mucho miedo pensar que yo puedo llegar a eso. Yo que ella aguante todo lo que sea, porque a mí no me importa, pero me gustaría no pasar por ello.
Dora: Quiero dar el punto positivo. Soy profesional. Doy terapia en un centro y depende del grado de deterioro que se tenga. Hemos conseguido hacer que gente, con un problema leve, salga adelante, potenciando la memoria, con juegos de memorias, cartas... Es muy duro para la familia, ver que no te reconocen, que no se acuerdan de ti... es muy gratificante tratar con esta gente porque se trabaja muy bien con esta gente.
Rosana: A mi marido le diagnosticaron con 49 años, a través de un infarto cerebral. Nos dijeron que no se podía curar, pero si ralentizar el proceso. Físicamente, mi marido está normal, pero hay muchas otras cosas que él ha perdido, fórmulas, medidas... A nivel familiar, se nota mucho. Pero lo cierto es que lo tenemos en casa muy bien, aún es válido, se encarga de salir con el perro. Alguna vez se ha despistado más de la cuenta... Sabemos las consecuencias, donde acabará más o menos, pero hay que vivir hoy.