No hay ningún alimento ni dieta que cure el cáncer, si bien sí es cierto que “un buen estado nutricional ayuda en el tratamiento y el desarrollo del proceso oncológico”, como afirman profesionales de los hospitales Quirónsalud Sagrado Corazón e Infanta Luisa, en Sevilla, quienes aconsejan que un especialista se encargue de la alimentación del paciente.
Así, Inés Martín, nutricionista del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa señala que, dado que la desnutrición es la alteración más presente en los pacientes oncológicos, la valoración del estado nutricional y los consejos dietéticos deben realizarse de forma precoz, “educando al paciente a que lleve a cabo los cambios oportunos en su alimentación, minimizando, en la medida de lo posible, los efectos secundarios de los tratamientos”.
Asimismo, Cecilia Gallego, endocrina especializada en pacientes oncológicos del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón, explica que esta elevada tasa de desnutrición se produce a raíz de un aumento de las necesidades basales de energía (kilocalorías o requerimientos energéticos), de todos los nutrientes, y más en particular, de proteínas, a consecuencia de la propia enfermedad y de los diferentes tratamientos a los que se ven sometidos los pacientes –radioterapia, quimioterapia, intervenciones quirúrgicas, entre otros–.
En este sentido, la nutricionista Inés Martín lanza algunos consejos dietéticos que pueden ayudar a combatir los efectos secundarios de los tratamientos y favorecer los mismos con un estado nutricional “óptimo”, tales como, en el caso de sufrir anorexia, aprovechar los momentos de más apetito del día, dividir la ingesta diaria en un mayor número de estas pero más pequeñas, enriquecer las tomas con huevo, proteína en polvo, aceite o frutos secos; tomar los líquidos fuera de las comidas y evitar la bebida con gas.
Tal y como recoge Quirónsalud, también aporta recomendaciones para las náuseas, como comer muy despacio, tomar las verduras cocinadas y con condimentación suave, evitar los alimentos que desprenden un fuerte olor –cebolla, coles, café, vinagre– o los olores en los sitios donde se come; tomar los platos templados y usar platos fríos; evitar alimentos muy pesados o muy ricos en grasas, así como evitar también las bebidas con gas.