RUTA QUETZAL 2012

Recordando a Omaira

En 1985 el mundo entero se estremeció ante la televisión. Las imágenes mostraban a una joven de casi 13 años, que miraba con calma a la cámara diciendo que tenía que salir de ahí para ir a la escuela, porque tenía exámenes. Se llamaba Omaira Sánchez y hablaba con unos ojos imposibles de olvidar, atrapada en el lodo tras la erupción del Nevado del Ruiz, que sepultó por completo la ciudad de Armero. Eso ocurrió el 13 noviembre de 1985. Omaira Sánchez falleció tres días después, atrapada, sin que nadie le pudiera ayudar.

ondacero.es

Armero (Colombia) | 27.06.2012 09:51

Los expedicionarios de la ruta Quetzal recuerdan a las víctimas de la tragedia de Armero (Colombia) | Ruta Quetzal BBVA

Es una de las 25.000 víctimas mortales -la ciudad tenía 30.000 habitantes- que dejó la segunda peor catástrofe natural de la historia. Es difícil que quien viera entonces esas imágenes no las olvide jamás, pero en aquel entonces ninguno de los expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA había nacido aún. Por eso la organización pensó que sería buena idea acercarse al lugar donde estaba el pueblo, en la región de Tulima, para conocer la historia y rendir homenaje con un emotivo minuto de silencio.

El área que antes ocupaba la ciudad de Armero, de 30.000 habitantes, es ahora un enorme camposanto que pretende mantener vivo el recuerdo de lo ocurrido. Para quien vivió y se estremeció con la catástrofe en su momento, visitar el lugar es una auténtica catarsis. Y más aún si uno tiene la oportunidad de hablar con supervivientes de la tragedia. Varios de ellos, emocionados, agradecieron una y mil veces el gesto de la Ruta Quetzal BBVA de rendir homenaje a sus familiares, amigos y vecinos.

Es el caso de Guillermo Ávila, un hombre al que la tragedia le arrebató a casi toda la familia siendo un chaval, y que no puede evitar que se le quiebre la voz al recordar lo ocurrido. "En aquel momento nadie sabía lo que pasaba, se oía un ruido similar al de un volquete soltando escombros" asegura. Después, una riada inundó el pueblo apenas unos centímetros, anticipando la llegada de la lengua de 6 metros de barro, piedra y troncos, que engulliría la ciudad. "Todos cogieron a sus familiares y se subieron a los coches, acelerando a fondo sin parar ante nada ni ante nadie, para intentar escapar de una muerte segura".

Los supervivientes de Armero -una de las ciudades más ricas de la Colombia de 1985- quieren que su historia sea conocida por las nuevas generaciones, para que sepan que en Colombia hay gente "que nacimos en un pueblo que ya no existe". Guillermo Ávila sentencia, "somos los únicos que, junto a los supervivientes de Pompeya, hemos visto desaparecer la ciudad que nos vio nacer".