El auge de la extrema derecha en Europa ha vuelto a confirmarse este domingo con el resultado de las elecciones regionales en Turingia y Sajonia.
El partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) ha sido la formación más votada en el estado alemán de Turingia (32,8 % de los votos), con lo que logra un resultado histórico que supone la primera victoria de la ultraderecha en un parlamento alemán desde la Segunda Guerra Mundial.
AfD se impuso con claridad en Turingia al partido conservador Unión Cristiano Demócrata , que sí ha logrado mantener el primer puesto en las elecciones celebradas en Sajonia. La CDU ha logrado un 31,9 por ciento de apoyo, ligeramente por delante de AfD (30,6 por ciento).
Coincide, además, que el triunfo de AfD ha sido en la misma región en donde los nazis tuvieron por primera vez participación en un Gobierno regional, en 1930. La victoria de AfD en Turingia se ha dado bajo el liderazgo de Björn Höcke, cabeza visible del ala más radical de la agrupación sobre quien pesan dos condenas por uso de consignas nazis.
Aunque Alternativa para Alemania fue fundado originalmente como un partido liberal-conservador, actualmente la AfD se acerca más a ser un partido nacionalista alemán, conservador y euroescéptico. Desde 2017, la AfD se ha mostrado cada vez más cómodo trabajando con grupos de extrema derecha, y facciones de la AfD han sido acusadas ser racistas, islamófobas, antisemitas y xenófobas vinculadas al neonazismo.
Con un marcado discurso antiinmigración, la AfD defiende una disolución paulatina de la eurozona. En sintonía con otros partidos ultraderechistas europeos, es contrario a los rescates a los países periféricos y apuesta por la vuelta al marco alemán.
En 2013, la AfD concurrió por primera vez a las elecciones federales sin ningún éxito: no obtuvieron ningún escaño. Años después, en 2017, y con un discurso más extremista, la AfD multiplicaron los apoyos y obtuvieron 94 escaños en el Parlamento alemán.
Su vertiginoso ascenso en tan poco tiempo se explica por su capacidad para instrumentalizar políticamente los momentos más sensibles y complejos de los últimos años: la crisis de refugiados de 2015 o las restricciones durante la pandemia, cuando asumió un discurso antivacunas.
La crisis energética en Alemania o el cese en el envío de armas a Ucrania también han centrado su discurso. Antes del domingo, su presencia en la política alemana ya era bastante notable, influyendo en algunas decisiones del Gobierno, como la migración.