Guerra en Oriente Próximo

Un año del ataque terrorista de Hamás sobre Israel: continúa la guerra en Gaza mientras quedan rehenes cautivos

El 7 de octubre de 2023, los comandos de Hamás entraron en territorio israelí y perpetraron un ataque terrorista en el que fueron asesinadas 1.200 personas y se llevaron como rehenes a 251.

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Gema Figueroa

Madrid |

Reuters | EFE/EPA/ABIR SULTAN

Aproximadamente a las 06.30 de la mañana del 7 de octubre, el brazo armado de Hamás, las Brigadas de Ezzeldín al Qassam, acompañado de otros grupos armados y de civiles palestinos lanzaron un ataque contra las comunidades israelíes en la frontera con la Franja de Gaza, usando como cobertura el lanzamiento masivo de 2.200 cohetes contra Israel.

Más de 1.000 elementos armados palestinos de los mencionados grupos procedieron a perpetrar una matanza indiscriminada en 24 puntos del sur de Israel, principalmente contra el kibbutz de Beeri y festival de música Nova.

El atentado terrorista más mortífero de la historia

Un total de 1195, de los que 850 eran civiles, fueron brutalmente asesinados en las calles, en sus hogares y refugios, y también en el festival de música electrónica Nova, donde cerca de 3.500 asistentes bailaban al alba.

Cuando se desató el ataque, los terroristas se llevaron también 251 rehenes.

Es una de las mayores tragedias humanitarias de las últimas décadas. Hablamos de 41.870 muertos, 97.166 heridos y el 90% de la población Gazatí desplazada de sus hogares, algunos de ellos hasta en diez ocasiones.

Cifras a las que habría que sumar también los 10.000 cadáveres que se estima aún que permanecen bajo los escombros.

En torno a las 18.00, Israel declaró el estado de guerra por vez primera desde la guerra árabe-israelí de 1973: el principio de una operación militar sin precedentes contra la Franja de Gaza, con la movilizacion de 300.000 reservistas. Al mismo tiempo, en su frontera norte, las milicias del partido chií libanés Hezbolá terminaban de preparar su incorporación al conflicto.

En la mañana del 8 de octubre, las milicias de Hezbolá comenzaron sus ataques con cohetes contra las comunidades del norte de Israel, en el principio de la regionalización del conflicto y del endurecimiento de la estrategia del Ejército israelí que, enzarzado ya en tres frentes, después de que la insurgencia hutí de Yemen lanzara el 19 de octubre su primer ataque contra Israel desde el comienzo de la guerra, comenzaba el 27 de ese mes su invasión a gran escala de la Franja de Gaza.

Una tregua fallida

El alto el fuego de siete días declarado el 24 de noviembre, casi un mes después de la invasión israelí, es el único respiro que ha conocido la guerra hasta el momento.

Durante esa semana, y gracias a un proceso de mediación internacional, Israel liberó a 240 presos palestinos a cambio de 105 civiles secuestrados por Hamás, en lo que, durante los primeros días, parecía tratarse de un primer impulso con vistas a un alto el fuego duradero, expectativas que acabaron desmoronadas.

Israel denunció que Hamás no tenía intención de liberar a todas las mujeres y los niños, mientras que el movimiento islamista acusó al Ejército israelí de violar constantemente las reglas del cese de hostilidades y de paralizar la ayuda externa al bloqueado enclave con la intención de asfixiar a la población.

El fin de la tregua supuso el recrudecimiento de los bombardeos israelíes sobre el enclave, la aceleración de sus operaciones por tierra, y la certeza de que las consecuencias de la guerra se estaban escapando definitivamente de las manos de la comunidad internacional.

Una de las mayores tragedias humanitarias de las últimas décadas

Los meses posteriores se han caracterizado por la existencia de dos ciclos simultáneos de destrucción en Gaza y de incapacidad internacional para detenerla.

Mientras la Corte Internacional de Justicia, el tribunal de la ONU, ordenaba el 26 de enero a Israel a "tomar todas las medidas posibles" para prevenir un genocidio en Gaza, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas llevaba ya meses intentando promulgar sin éxito una resolución para el alto el fuego, en parte debido a los vetos de Estados Unidos, aliado de Israel, por considerar los términos de la misma un obstáculo a las negociaciones, si bien acabó absteniéndose en una votación el día 25 de marzo, facilitando la aprobación de un texto incumplido hasta el momento.

En Gaza, las consecuencias de los ataques israelíes marcan la cronología de acontecimientos, como el que costó la vida a siete empleados y colaboradores de la ONG World Central Kitchen el 1 abril, o el bombardeo del 8 de junio en Nuseirat; un ataque empleado para proteger a militares israelíes en una operación de rescate de rehenes que se saldó con más de 270 palestinos muertos, según el Gobierno de Hamás en Gaza.

Lo que hace un total de 42.000 palestinos fallecidos, más de 97.000 heridos y cientos de miles desplazados a la fuerza por los ataques.

Además han muerto casi un millar de empleados del sector sanitario, 200 trabajadores de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) y más de un centenar de periodistas.

Israel, por contra, describe una realidad en la que Hamás emplea constantemente a los civiles como escudos humanos con la connivencia de las agencias humanitarias mientras denuncia la pasividad de la comunidad internacional ante la situación de los rehenes (seis de ellos hallados muertos el 1 de septiembre, aseguró Israel, con indicios de ejecución), y el constante peligro que atenaza a su población, rodeada de enemigos.

Irán lanzó decenas de drones de ataque y misiles balísticos desde su territorio

Prueba de ello es que el 14 de abril cuando Irán lanzó decenas de drones de ataque y misiles balísticos desde su territorio en respuesta a la muerte, dos semanas antes, de elementos de su Guardia Revolucionaria en Damasco (Siria), precedente de otro lanzamiento masivo de misiles iraníes el pasado 1 de octubre; amenazas que suceden en medio de ataques palestinos a la población israelí, como el que dejó siete muertos en Tel Aviv precisamente ese mismo día.

Esta internacionalización del conflicto está estrechamente vinculada a las operaciones paralelas de Israel para decapitar a los movimientos armados a los que se enfrenta.

El líder político de Hamás, Ismail Haniye, murió el 31 de julio. El secretario general de Hezbolá, Hasán Nasralá, falleció el 27 de septiembre.

Cinco días después, el 1 de octubre, Israel invadió el sur de Líbano y desencadenó una ola de bombardeos sobre el sur de Beirut, bastión de Hezbolá, con un coste provisional de más de 2.000 muertos y casi 9.800 heridos en el territorio libanés.

Fuentes del Gobierno de Netanyahu aseguran que estos ataques no quedarán sin replicar. Las preguntas son claras: ¿cuándo, cómo y dónde golpeará Israel ahora? Esperan que sea inminente y medios de Estados Unidos como USA Today o The Times of Israel publican que se plantea una respuesta "significativa y rápida" contra intereses financieros y económicos del régimen de los ayatolás, sobre todo los yacimientos petroleros.