Libros con glamour
Los libros que comentamos esta semana en Julia en la Onda tienen un aire de nostalgia y de épocas que intuimos más glamurosas que el durísimo hoy que vivimos. Son tres delicatessen y un mazazo. Primero las delicias: El enigma de Tina, de Alfonso Domingo (Algaida), ¡Bici! Toro!, de Édouard de Perrodil (Interfolio), y Héroes, aventureros y cobardes, de Jacinto Antón (RBA). El mazazo nos lo propina Ganar a cualquier precio, de Tyler Hamilton y Daniel Coyle (Planeta).
El enigma de Tina
En la radio, abrimos este comentario con una canción de 1928 –pueden escucharla en el podcast– con las voces de tres estrellas de la revista española de aquella década y de la siguiente: Reyes Castizo La Yankee, Carlos Saldaña Alady –tío del que fue popular presentador de televisión Mario Beut– y Tina de Jarque, nuestra protagonista.
Antes de hablar de ella, nos hacemos/les hago una pregunta: ¿por qué en este país ignoramos a tantos personajes extraordinarios y adoramos, en cambio, a los anglosajones y a los franceses? Cosas del cine, supongo. Siendo igual de turbio –y de cabrón, con perdón– que Sundance Kid, a José María el Tempranillo no le puso cara Paul Newman.
Tina de Jarque fue una vedette excepcional, una mujer rompedora. Hoy sería una estrella internacional del nivel de Penélope Cruz. O más, porque Tina sumaba a su preparación como artista el dominio de tres lenguas extranjeras, incluyendo el alemán, algo muy poco común entonces y ahora. Viajó mucho y protagonizó varias películas en distintos países.
Me lo explicaba, frente a un par de cervezas, el periodista y escritor Alfonso Domingo, autor de El enigma de Tina (Algaida), Premio de Novela Ateneo Ciudad de Valladolid.
Es una novela absorbente que, en realidad, nos cuenta dos historias que se complementan e integran muy bien. El punto de partida es la misteriosa desaparición de Tina en 1937, en plena Guerra Civil.
La primera de esas historias tiene el tono de una buena novela de misterio. Está situada en la inmediata posguerra y sus protagonistas son un oficial de la Guardia Civil y un antiguo policía anarquista condenado a muerte por los tribunales de Franco. A ambos les encargan descubrir el paradero de Tina de Jarque. Los dos saben que la orden viene de muy arriba –tiene el tufillo del palacio de El Pardo– pero no tienen ni idea de por qué.
Si logra desentrañar el misterio, al anarquista le conmutarán la pena de muerte. Alfonso Domingo ha realizado ese trabajo por él, demostrando su oficio como periodista de investigación.
La otra historia –que, decía, se engarza perfectamente con la de misterio– está llena de pasión por el arte y por la vida. Su protagonista es la verdadera Tina de Jarque; en cine vendría a ser un biopic. La recreación del ambiente artístico de la época está muy lograda –aunque a veces parezca excesiva la documentación– y sorprende por el perfil de los personajes.
La visión deformada de una España cutre con unos artistas igualmente cutres que iban de pueblo en pueblo en destartalados carromatos y camiones salta por los aires. Muchos de los payasos españoles de entonces –el padre de Tina era uno de ellos– podían hacer reír en 5 idiomas, actuaban ante reyes y jefes de estado y eran celebridades internacionales.
La vida de Tina cambió radicalmente en 1936 cuando fue incautada –sí, lo han leído bien: incautada– por el pagador de una columna de la CNT que se enamoró perdidamente de ella. En su casa encontraron una bandera nacional firmada por el rey Alfonso XIII y el dictador Primo de Rivera, no era el mejor aval en el sangriento verano del 36.
Y de ahí p'arriba, que dijo el clásico. No explico más o les reviento la novela, un pedazo de nuestro pasado más incómodo.
¡Bici! ¡Toro!
Con julio recién estrenado, este es un libro que tiene mucho que ver con el turismo y con el ciclismo, dos de las actividades estrellas del mes.
Bici! ¡Toro! es una delicia cuyo subtítulo aclara algo más: Un poeta en bicicleta. París-Madrid, un viaje épico-festivo en 1893. El autor es Édouard de Perrodil, periodista y poeta francés que realizó el viaje en compañía de su amigo e ilustrador Henri Farman. Lo edita Interfolio.
Ambos personajes responden al estereotipo del aventurero decimonónico francés de clase alta. Son cultos, valientes, un pelín inconscientes y algo clasistas –lo justo y necesario para que no dejemos de simpatizar con ellos–.
Curiosamente, Farman, el ilustrador, era el tipo más singular de los dos y el que ha dejado mayorhuella. Fue aviador y constructor de aviones; en 1924, creó con sus hermanos el embrión de lo que hoy es Air France. Como su compañero de pedales Perrodil, practicó el ciclismo y cualquier deporte que conllevara un cierto riesgo, con el incipiente automovilismo como estrella.
¡Bici! ¡Toro! me ha supuesto un feliz hallazgo, una de las lecturas más relajantes y divertidas de los últimos meses. Y es que los casi 1.500 km del viaje dieron para un libro sorprendente y lleno de anécdotas que nos remiten a un país muy alejado del actual –no en vano han pasado 120 años– pero en el que podemos encontrar rasgos que nos sonarán mucho.
Además, se lee como una divertida novela de aventuras con unas preciosas ilustraciones originales. En ese sentido, es impagable la reproducción de la portada de la primera edición francesa en la que se ve a un picador en la plaza… ¡subido en una bicicleta!
Ganar a cualquier precio
Completamos la información ciclística –ahora que se corre el Tour de Francia– con una pincelada escandalosa, que diría Ferran Monegal. Y, sí, también va dirigida a los amantes de la bicicleta.
Planeta publica en España Ganar a cualquier precio, el libro en el que el exciclista Tyler Hamilton destapa la porquería dopante de los años en los que que compartió pelotón con Lance Armstrong.
Como lo ha escrito con ayuda de Daniel Coyle, un buen periodista del The New York Times, la lectura es explosiva, documentada, emocionante y esclarecedora. Además, cuenta con material que no ha sido difundido en prensa.
Héroes, aventureros y cobardes
En el fondo, hoy hablamos de héroes –trágicos en algunos casos–, de villanos y de aventureros, así que el próximo libro nos viene que ni pintado para cerrar el programa.
Es refrescante y divertido, una recopilación de artículos periodísticos que reúne una serie de biografías tan extraordinarias que sólo pueden ser reales. Si fueran de ficción no colarían, se lo aseguro. Se titula Héroes, aventureros y cobardes (RBA) y lo firma el periodista, esgrimista mediocre –el adjetivo lo sugiere él– y buscador de pájaros Jacinto Antón.
La del birdwatching es una actividad de aire tan británico que a uno le dan ganas de invitarle a tomar un té mientras intercambiamos anécdotas graciosas sobre gorriones, urracas y petirrojos, los tres pájaros que han asomado el pico mientras escribía esta entrada del blog.
Vaya por delante que la lectura es absorbente. Jacinto Antón es capaz de convertir una excursión al Tibidabo o al parque del Retiro en una aventura desopilante. Me lo pido de cronista en mi próximo viaje.
Reúne en el libro a una nómina de personajes extraordinarios: aventureros, soldados, exploradores árticos, faraones egipcios, aviadores legendarios, cazadores africanos, agentes secretos, científicos y arqueólogos… a cual mejor. Se nota, y mucho, la pasión del autor por el género.
Héroes, aventureros y cobardes se divide en tres partes; una primera sobre Historia Antigua, una segunda sobre Aventureros y la tercera sobre Guerras y soldados. En total, 51 historias que pueden leerse independientemente unas de otras y por el orden que se quiera, aunque si el autor las ha ordenado de cierta manera no estaría de más hacerle caso.
Jacinto Antón ha rescatado para el libro algunas historias conocidas, a las que da su toque personal, e incluye otras muchas que sorprenderán al lector. Hay mucha documentación –a veces apabulla un tanto– que agradecerá quien quiera ampliar lo que se explica en el libro o seguir las pistas hacia otros personajes en los que, por cuestiones de espacio, no ha podido profundizar más.
La lectura de una obra así siempre resulta interesante pero es ideal en tiempo de viaje; al estar formada por historias cortas y autoconclusivas, se devora mientras esperas en el aeropuerto, viajas en tren, vuelas –actividades que sin duda bendecirá el autor–, vas al trabajo en metro o, simplemente, quieres regalarte algo interesante antes de dormirte sin estar pendiente de en qué punto dejas el texto para no perderte.