Los vecinos del muele donostiarra denuncian el especial infierno que están viviendo con los botellones en el último mes, tras finalizar el estado de alarma. Una situación nueva, al compás de la mejora de la pandemia, que sin embargo ha perturbado más que nunca su sueño y su descanso. Y es que al estar el ocio nocturno todavía cerrado, los jóvenes se dedican a estar toda la noche bebiendo en la calle. Pese a que es una actividad que está prohibida.