Vitoria | 22.11.2023 13:46
La falta de proyección vital, la falta de empleo o la frustración ante la imposibilidad de emancipación sólo son algunas de las razones por la que se ha incrementado el consumo de ansiolíticos entre los jóvenes vascos. El 17% de entre 14 y 18 años ya ha consumido alguna vez, con o sin receta, estos fármacos. La desigualdad de género incrementa este porcentaje. Son datos aportados en Comisión de Políticas Sociales e Igualdad del Parlamento Vasco en la que Xabier Martínez y Amaia Bacigalupe, portavoces de OPIK, Grupo de Investigación en Determinantes Sociales de la Salud de la UPV/EHU, han puesto sobre la mesa el incremento que, sobre todo tras la pandemia, está sufriendo el consumo de fármacos entre los jóvenes.
Apuntan que los jóvenes cuyos progenitores tienen dificultades laborales y económicas o sus padres son de origen extranjeto son más tendentes al consumo. Y es que son los problemas estructurales los que están afectado a este incremento en detrimento de otros consumos como el alcohol o el tabaco. Es fundamental la desigualdad de género, y es que el consumo en mujeres asciende hasta el 20% y se eleva al 30% cuando hablamos de las jóvenes de 18 años .Y es que, según Amaia Bacigalupe, no se puede obviar que en estas edades "se da el paso a secundaria con multitud de cambios, con un mayor acceso a las redes sociales y con un impacto mayor entre las chicas que entre los chicos... y una educación sexo-afectiva tardía".
Desde la UPV piden políticas públicas universales, que permitan empoderar a los jóvenes frente a problemas de salud mental desde tres ámbitos
.- Ámbito clínico con asistencia clínica de carácter comunitario y preventivo, pautas de prescripción para los profesionales sanitarios o una revisión de los servicios en salud mental centrados en la población infanto-adolescente con un acceso abierto y directo y sin esperas.
.- Ámbito comunitario promoviendo el empoderamiento colectivo de los jóvenes con mecanismos de participación política y social o apostando por la formación formal y no formal en materia de prevención tanto de padres como de educadores.
.- Ámbito estructural con la apuesta por la Justicia Social como eje de las políticas públicas, potenciar el Estado del Bienestar o intervenir sobre las desigualdades de género, entre otras cuestiones.