Atendiendo a la iconografía y roles de género de productos culturales en nuestro siglo se puede advertir la perpetuación de ciertos roles de género en infinidad de productos y ámbitos culturales, tanto para personas adultas como para menores. Este condicionamiento genera estereotipos discriminatorios o sexistas que se convierten en barreras invisibles para que las mujeres inicien una carrera profesional en el sector cultural creativo y/o puedan desarrollarse dentro de ella.
Reflexionar sobre los estereotipos existentes es fundamental en el ámbito artístico y en otras profesiones del sector cultural para evitar que las relaciones tradicionales de poder entre hombres y mujeres se sigan normalizando, se acepten y se difundan a través de las diferentes expresiones artísticas, perpetuando las desigualdades.
Así pues, la perspectiva de género implica una forma de mirar el mundo, nuestro quehacer y formas de relacionarnos. Por ello, debemos integrar de manera consciente e intencionada la perspectiva de género en todos los procesos del proyecto cultural, conscientes de la necesidad de avanzar y fortalecer la incorporación del enfoque de género en el trabajo cotidiano en el ámbito cultural.
La transversalidad implica a todos los niveles de la producción cultural, la transmisión de contenidos sin sesgo de género y la formación es asimismo esencial para el éxito de un cambio en profundidad de las actitudes sexistas que provocan la discriminación y la violencia contra las mujeres.
Si se pretende mejorar la eficacia y la calidad de los proyectos, programas y recursos culturales, la aplicación de una perspectiva de género es uno de sus instrumentos necesarios y, en este sentido, el papel de los gestores y gestoras culturales, así como de creadoras y creadores es fundamental en la configuración de un nuevo relato social que incluya la diversidad de voces que existen en nuestra sociedad.