LA SIGNATURA

Fin de fiesta culé

El adiós de la temporada del Barcelona tiene lógicos aires festivos.

Alfredo Martínez

Catalunya | 22.05.2023 08:07

El duelo ante la Real Sociedad estuvo marcado por la necesidad del equipo Donostiarra de garantizarse, una plaza en liga de campeones la temporada que viene, que no es una cuesta menor, y las ganas de los Azulgrana de darle una alegría a sus aficionados para conmemorar el título de liga.

Junto a ello, estaba el aliciente, no menos atractivo, de garantizar el pichichi de Robert Lewandowski en la liga para que el polaco termine su primera temporada con buenas sensaciones y siendo el máximo artillero del fútbol español.

Y el trofeo Zamora para el portero alemán Ter Stegen, junto con la posibilidad de conseguir el récord de imbatibilidad, que tiene hasta ahora el portero del deportivo de La Coruña, Liaño.

Son bonitos desafíos, o cuando menos alicientes para la recta final del campeonato, que deben ser una motivación suficiente, como para que el Barcelona, al margen de acabar lo mejor posible, no se deje ir en estas tres jornadas que quedan para el final del campeonato.

Sin ir más lejos mañana en Valladolid el Barcelona puede ser juez y verdugo del descenso de primera división.

Puede condicionar y mucho la zona baja de la tabla si es capaz de vencer al Valladolid al que casi condenaría al descenso.

Hay muchos equipos involucrados en la salvación en un auténtico puñado de puntos y un solo partido, una sola derrota, un solo punto, pueden cambiar considerablemente la clasificación en la zona de descenso hasta el punto de dar la salvación a un equipo o condenar a otro.

Al margen de todo ello el Barcelona jugó discretamente ante una Real Sociedad que rompió un maleficio de 30 años y que tuvo un comportamiento exquisito al largo de la jornada. Hizo el pasillo de honor al Barcelona como campeón, jugó un encuentro muy serio, y se llevó una victoria más que merecida alargo de los 90 minutos.

El Barcelona no tuvo la misma ambición que su rival, y estuvo merced del equipo realista, en especial, en una segunda parte en la que no acabó de enganchar el juego y en la que simplemente dió la sensación de que le puso voluntad, corazón y poca cabeza para tratar de darle una alegría a los aficionados.

Se dejó llevar y simplemente la categoría de sus futbolistas le permitió estar en la lucha hasta el final, pero la sensación que dió es la de que nunca creyó en conseguir la victoria y que no la necesitaba.

La celebración estaba en la grada que disfrutó de lo lindo, una jornada bonita al grito de “campeones” y despidiendo como se merece al gran Capitán, Sergio Busquets, que se marcha por la puerta grande, sin mucho ruido, pero si con una enorme profesionalidad. Levantó un título de liga en su adiós y se despidió entre los suyos en campeón, algo que no esté al alcance de cualquiera.