El ambiente de la selección
Éxito absoluto de la presencia de la selección española de fútbol en Cataluña. El estadio de Cornella presentó un aspecto inmejorable, con un lleno técnico y un ambiente sensacional para arropar a la selección de Luis Enrique.
Todo resultó a la perfección a lo largo de la jornada del sábado.
catalunya | 28.03.2022 13:21
Sin incidentes. No tendría porque haberlos. Con normalidad, con naturalidad para que los que querían estar presenciando y arropando a su selección pudieran hacerlo sin ningún tipo de problemas.
El público que acudió en masa al estadio demostró unas fervientes ganas de recibir a la selección española y de jalear a lo largo de todo el partido.
Era un encuentro menor, de carácter amistoso a pesar de las explicaciones de Luis Enrique para el que no haya amistosos posibles.
Era frente a un rival con muy poco glamour como es la selección albanesa prácticamente una de las más discretas del fútbol europeo pero con todo y eso, la afición respondió de manera extraordinaria no solo en cantidad sino en cuanto espíritu y ánimo.
Es evidente que había muchas ganas de recibir a la selección española en Catalunya. Y que eran muchos los aficionados que deseaban poder ver un partido de la selección en territorio catalán. Hay que respetar todas las posturas y todas las ideologías, sobre todo respetar.
Y el sábado era cuestión de respeto y de expresión.
No es normal que la selección española no haya venido a la segunda comunidad autónoma con más habitantes como es Catalunya desde hace ya 18 años con lo que el encuentro del pasado sábado significa y simboliza mucho más de lo que parece.
Una vuelta a esa normalidad deportiva y social.
Y sin ser un gran partido la afición disfrutó, el duelo era lo de menos, el fútbol que se veía también posiblemente aunque los jugadores de Luis Enrique trataron de agradar viendo como en la grada el público se mostraba tan entusiasmado.
El gol de Dani Olmo fue el broche perfecto para una noche mágica y vibrante para los que anhelaban regresar a ver la selección.
Las celebraciones al término del partido no se correspondían a las de un encuentro amistoso.
El triunfo final fue el colofón de la felicidad y matrimonio aún más a los jugadores. Pero es que no era un partido más, no era un partido amistoso, era mucho más representaba y simbolizaba mucho más que un solo partido después de 18 años.
Lo ocurrido el sábado en el estadio de Cornella demuestra que no se pueden tardar 18 años en volver a disputar otro partido en Catalunya y que las cosas se deben llevar con mucha más normalidad siempre con respeto.