Cientos de personas, unas mil, han abarrotado hoy la Basílica Catedral de Ciudad Real para asistir a la misa funeral y posterior entierro del obispo emérito de Ciudad Real, Rafael Torija, que falleció el pasado sábado a los 91 años de edad.
Sobre el féretro se han colocado la casulla, la mitra, el báculo y el evangelario.
El obispo de Ciudad Real, Gerardo Melgar, ha sido el encargado de oficiar la homilía en la que ha destacado que Monseñor Torija ayudó a lo largo de su vida a muchas personas a prepararse y pensar con esperanza en el momento de la muerte.
Él mismo, dice, pensó a lo largo de su vida muchas veces en este momento y siempre lo hizo con fe y esperanza, como expresa en el propio testamento espiritual que dejó Rafael Torija.
Según Melgar, fue un obispo cercano a todos, una persona sencilla y su recuerdo es imborrable.
Melgar ha indicado que Rafael Torija dedicó su vida a vivir como un auténtico creyente al servicio de la Iglesia, y asegura que fue un gran regalo para la Diócesis de Ciudad Real.
Tras la homilía, los restos de Monseñor Torija han sido inhumados en la propia Catedral. El féretro fue enterrado en el pasillo central o vía sacra.
El Papa Francisco ha enviado una condolencia en la que dice que “ante la triste noticia del fallecimiento de Don Rafael Torija el Santo Padre expresa su sentido pésame”.
A la misa funeral ha acudido el Presidente del Real Consejo de las Órdenes Militares, Su Alteza Real el Príncipe Pedro de Borbón-Dos Sicilias,y numerosas autoridades eclesiásticas, como el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez.
También autoridades civiles en representación de todas las administraciones, como la Consejera de Economía, Empresas y Empleo de la Junta de Comunidades, Patricia Franco, el presidente de la Diputación, José Manuel Caballero, la alcaldesa de Ciudad Real, Pilar Zamora, y diputados y senadores del Partido Popular y Partido Socialista, así como miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y autoridades militares.