'Vivir la historia' | La anticrónica de Román Pérez González
❌ Las Palmas rompe una barrera de hace 53 años
💪 Diego Martínez suma 12 de 18 puntos posibles
Aleix Valero | David Ojeda
Canarias |
'Vivir la historia'
✍ PorRomán Pérez González
Nos tocaba desprescintar una alegría así. Nos tocaba porque el amor además de con lo tangible, con la ilusión, no solo con lo cotidiano, también necesita ser sostenido por lo irracional, que lo irracional pueda llegar a pasar porque, a veces, llega. Está muy bien hablar de que Las Palmas es un club histórico, de las 34 temporadas en Primera, de los años de la UEFA, pero mi generación, y las generaciones posteriores a la mía, más jóvenes, pero también gente más mayor que yo no teníamos un buen solomillo así que amansara a la bestia, que justificara tantos sinsabores durante un tiempo.
Había ascensos, claro, y alegrías a paladas, había amores, había resquemores, incomprensiones, cabreos, pero no teníamos un partido gourmet en un campo gigante. Lo más cercano el 0–3 en San Mamés -no en el tiempo, sino en la alegría- o el casi del 3–3 en el Bernabéu. Un partido que contar de verdad, no un partido importante que hay que contextualizar, ante un rival normalito para volver a la élite o al fútbol profesional: el ascenso con Pacuco en Elche, el ascenso con Kresic, el ascenso contra el Linares, el gol de Nauzet Alemán a la Real B para seguir vivos, el gol del Chino Araujo. Ganar al Barcelona en su casa después de 53 años es un regalo inesperado que sabe a renovación, a bodas de plata y no es un título, claro que no, y sólo vale lo mismo que ganarle a cualquier otro, pero es un refuerzo en la autoestima, es un jamón cinco jotas que siempre agrada, que siempre apetece y que no habíamos degustado tras, en mi caso, 32 años siguiendo a la Unión Deportiva.
Diego Martínez, el autor de la resurrección amarilla, la persona que le ha dado la vuelta en mes y medio a la Unión Deportiva, ya tiene una perla a la que agarrarse en su estancia en la isla, ya tiene una gema que mostrar de su paso por aquí. El equipo supo aguantar y supo golpear, supo resistir, algo que ya ha demostrado desde la llegada del nuevo míster. Doce puntos de dieciocho es un botín que augura buen presagio, pero lo importante fue que ayer, 30 de noviembre, volvimos a enamorarnos: muchas gracias.