El crimen se destapó al dar la alarma los servicios sociales porque hacía tiempo que no sabían nada de la mujer, que tenía 87 años en el momento de su muerte. Ángela Yusta padecía ceguera y alzhéimer y tenía limitada la movilidad. Tras su detención, el hijo confesó que la había matado y que su hermana le había ayudado a emparedarla. Durante el juicio los acusados han vuelto a reconocer los hechos y han manifestado su arrepentimiento.
Por este motivo el fiscal considera justificado su escrito de acusación en el que queda probado un delito de asesinato con alevosía, con la agravante de parentesco y la atenuante de arrebato. A esto hay que sumar otro delito contra la seguridad social, ya que los dos hermanos siguieron cobrando la pensión de su madre.
La fiscalía ha solicitado 16 años de prisión para Pedro y ocho para su hermana Isabel al considerar que actuó únicamente como cómplice. Los abogados de la defensa han asumido los hechos y han manifestado su conformidad con las penas solicitadas.