Los hosteleros siguen defendiendo la seguridad de sus establecimientos y quieren demostrarla con los datos científicos que aporte la prueba piloto que se acaba de realizar en uno de los establecimientos del grupo Canterbury.
El catedrático de mecánica de fluidos, Javier Ballester, dirige la prueba piloto que se realiza repartiendo una veintena de sensores que detectan la presencia de aerosoles e indican el nivel de CO2, de forma que si es elevado se puedan aplicar las medidas de ventilación necesarias para reducirlo.
Ballester considera que la solución al debate sobre los posibles riesgos de la hostelería, pasará por tener monitorizados los niveles en cada bar o restaurante para que automáticamente se vaya ajustando la ventilación del local