No fue titular, algo que viene siendo habitual. Estuvo en el banquillo, algo menos habitual. Pero aunque estaba ahí, Zinedine Zidane no contó con él para salir ante el Betis a pesar del marcador en contra que tenían frente al equipo de Setién. Sí, es Gareth Bale, quien en su más que posible último partido con el Real Madrid vio sentado todo lo que sucedía en el verde.
Ni despedida ni nada. Ni, quizá, un posible recibimiento con música de viento de un Bernabéu que hace tiempo tiene al galés en su punto de mira. Y es que a saber si Zidane libró a Bale de llevarse una buena pitada de un público que ni olvida ni perdona ciertas actitudes.
Tres cambios realizó el francés. El primero fue Asensio, que entró por Brahim. Luego le tocó el turno a Isco, que ocupó la plaza de Valverde. Finalmente, Lucas Vázquez salió al verde en lugar de Vinicius. Bale ni calentó.
No son precisamente sutiles los mensajes que está mandando Zidane tanto al jugador como a la directiva en relación a qué es lo que quiere de un futbolista que en vez de dar un paso al frente ha dado dos, o más, hacia atrás. Ni la marcha de Cristiano ha hecho que el galés lidere el proyecto del Real Madrid.