Zuahitz Gurrutxaga, el futbolista que prefería ser suplente para no sufrir
El exjugador de aquella Real Sociedad subcampeona de Liga en el 2003 nos cuenta la guerra que vivió durante su carrera con su propia cabeza
15 de junio del año 2003. La Real Sociedad juega en Balaídos contra el Celta de Vigo. Si ganan, darán un paso casi definitivo para ser campeones de Liga. No ganarán ese partido. Ganará el Celta tres dos y el Real Madrid será campeón de aquella Liga. Todos los jugadores de la Real soñaban con ganar aquel partido y ganar una Liga que habría sido histórica.
Que lo fue de igual manera, pero siendo subcampeones todos los jugadores de aquella plantilla, menos uno. Porque en ese banquillo del equipo vasco estaba sentado Zuhaitz Gurruchaga había sido uno de esos canteranos que empezaron en Zubieta y que poco a poco iban escalando hasta llegar al primer equipo, hasta cumplir el supuesto sueño de todos los chavales y de todas las niñas que empiezan a jugar en categorías inferiores y que un día quieren vestir la camiseta de su equipo. Y digo supuesto sueño, porque a veces ese sueño detrás lleva a otras muchas cosas que casi nunca conocemos.
Y por eso ahora con 42 años y con una vida absolutamente diferente, ahora de este lado de la historia, porque habitualmente podáis verle en la ETB y disfrutar también de sus monólogos, incluso de su música, ha querido contar todo lo que estaba viviendo en aquella época e incluso hoy, todavía en un libro fantástico que se llama Subcampeón, que ha salido a la venta esta semana y que ha escrito junto a Ander Izaguirre.
Zuahitz pasa por Radioestadio noche y nos cuenta cómo ha cambiado su vida: "Llevo unos cuantos años ya con un monólogo llamado Fútbol TOC, en el cual hablo de mis vivencias como futbolista profesional y ese último TOC del nombre del título significa que también hablo de ello el trastorno obsesivo compulsivo que sufrí en aquella época.
Un momento puntual le cambió la vida por completo "Yo debuto con 19 años contra el Atlético Madrid en Calderón y me expulsan con 19 años. Me expulsan en un partido que todavía se recuerda mucho en Guipúzcoa porque el delantero que tenía que marcar era Hasselbaink. Me expulsaron y él se enfadó conmigo en una acción, normal porque yo fui muy pesado con él, y me dio un codazo sin balón. Las cámaras lo pillaron, lo sancionaron. Después se montó una polémica bastante seria y yo pasé con 19 años a ser un total desconocido, a que por lo menos en Guipúzcoa, me conocieran e incluso medios nacionales me vinieran a entrevistar. En ese momento cambió tanto mi vida que que bueno, pues luego no supe gestionar toda aquella presión".
Y empezaron sus miedos en el campo hasta el punto de preferir ser suplente: " Miedo yo creo que a quedar bien, a gustar. Ahora es que hay 30.000 personas mirando y al día siguiente los periódicos que te puntúan. En fin, el miedo era el miedo a decepcionar a la gente, a mis amigos, a mi familia y a una provincia. Y a un club entonces bueno, casi era mejor no jugar y no arriesgarte a fallar y hacer el ridículo que jugar y arriesgarte a todo ello".
La situación empeoró: "Empiezo a sufrir ansiedad, después depresión y acabo con un trastorno obsesivo compulsivo muy, muy severo. Siendo jugador de la Real en ese subcampeonato. En ese año del subcampeonato sobre todo, pues lo tengo muy muy muy fuerte ese toc. Y bueno, pues si alguien conoce que es esa enfermedad, pues son obsesiones muy irracionales que te hacen subir la ansiedad y la única manera de bajar esa ansiedad es hacer la compulsión, por eso se llama obsesivo compulsivo y te empiezas a obsesionar con la higiene. Me lavaba las manos 20, 30, 40 veces al día o pasar las líneas con el pie derecho. Imagínate jugar un partido en Primera División con esa obsesión, por ejemplo".
"Mi madre un día dijo vamos a un psicólogo y fue lo mejor que hicimos o hice en mi vida o hecho. Voy al psicólogo, me diagnosticaron TOC, me explicaron que era algo que estaba estudiado, que tenía cura y que había que ponerse en tratamiento y bueno, pues fue lo mejor que hice", explica.