Ya desde pequeños hay alimentos que rechazamos por su sabor, por su textura, por su aspecto, por su olor e incluso por razones que no podríamos explicar. Ahí están el pescado, la verdura, los purés, las legumbres... que muchos niños no soportan. Dicen los expertos que el asco es una emoción primaria que llevamos incorporada desde nuestro nacimiento, como el miedo, la tristeza, la alegría o la sorpresa.