Se nota que tenemos ganas de acercarnos a la primavera, a las vacaciones, y de dejar atrás esta enésima ola del covid y volver a llevar la vida que llevábamos antes de la pandemia.
Los indicadores técnicos parece que van en ese sentido, pero las noticias que llegan de fuera parece que son contradictorias. En China, siguen confinando a grandes grupos de población, parece que hay de nuevo aislamiento y no se sabe si es por Ómicron o por una nueva variante del propio virus o por un exceso de celo del Gobierno chino.
Mientras tanto aquí, suprimimos los boletines de información diarios como si hubiera dejado de morir gente. Los boletines oficiales seguirán funcionando, pero serán ahora bimensuales. Las cifras de mortandad y contagios han bajado, pero no han desaparecido en absoluto.
¿No da miedo que al igual que nos acostumbramos a los datos de la guerra, tenemos que acostumbrarnos a una cifra residual de pandemia y no hablar de ello?
Imaginad ahora un confinamiento de dos meses como el de hace dos años, pero esta vez con una inflación galopante, con el pánico, con carencia de combustible y guerra en Ucrania. Sumando la idea de que después de ese parón tendríamos todos unos efectos parecidos a esos de detenimiento de todo que ha provocado en las economías el aislamiento.