Esta semana pasada dieciséis monjas clarisas del pueblo de Belorado se pusieron en el centro de la actualidad. Anunciaron su desobediencia a Roma porque ellas querían vender un convento para comprar otro y no se lo permitían. La madre abadesa hizo un comunicado anunciándolo, pero a los pocos días una de las 16 hermanas decidió a su vez desobedecer a la superiora y desmarcarse, reduciendo el grupo a quince. Hay mucha curiosidad por saber cómo acabará todo, pero lo que está claro es que se ha dado una cadena de desobediencias en un ámbito que, si por algo se ha caracterizado siempre, es por la obediencia. Esto le ha llevado a nuestro sospechoso habitual, Sabino Méndez, a preguntarse hoy por la obediencia y la desobediencia. ¿Qué es mejor ser obediente o ser desobediente? ¿Cuándo no hay que acatar las órdenes? ¿Toda desobediencia es un desafío?