De troles, psicópatas y otros enemigos
Los psicópatas han encontrado un oasis de entretenimiento en las redes sociales. Qué está pasando, qué relación puede establecerse entre la tecnología, entre las redes sociales y el deterioro de la salud mental.
La vida en las pantallas induce un tipo de conciencia distinta a la que había. Esto que está ocurriendo, forma parte de un proceso drástico. Y esto que está sucediendo, en cierto modo, ya había ocurrido antes. Recordemos que el cambio de la cultura oral a la cultura impresa ya transformó la conciencia humana. La mente de nuestros antepasados cambió con la aparición de la lectura. Pensemos en que antes de que llegase la prensa, antes de los periódicos, la narrativa era una experiencia más compartida.
Antes de los diarios, lo narrado se transmitía a través de proverbios, de parábolas y mitos. Ahora, se ha dado ya, otro cambio trascendente: el de la comunicación impresa a la comunicación electrónica.
¿Qué consecuencias ha tenido ese cambio? Esa es la pregunta. La respuesta, de momento, puede que resulte inquietante. Hay una consecuencia que parece evidente: tanto la atención como el afecto han pasado de ser vínculos privados…han pasado a ser lo que podríamos llamar productos públicamente comerciables.
Es decir, ha cambiado sustancialmente el modo en el que se recibe tanto la atención como el afecto. Justo esa parece que ha sido la mayor consecuencia. Hasta hace poco, la mayor parte de la atención que recibía una persona provenía de la familia, de los amigos, y esa era una atención bastante estable. Pero ahora, la mayor parte de la atención en la que reparamos en el día a día suele provenir de lejos, incluso de personas que no conocemos. Y ese es un tipo de atención mucho más volátil. Analizando el proceso, podemos estar de acuerdo en que la comunicación ha pasado de ser colaborativa a resultar casi competitiva. A ver quién tiene más seguidores, más interacciones. Es muy probable que la mayor parte de quienes participan en redes de un modo frecuente…es muy probable que la mayoría tenga la misma percepción: la sensación de que la cantidad de atención que están recibiendo es inadecuada.
Es inadecuada porque nunca será suficiente. Lo podemos comprender mejor escuchando el discurso de graduación de David Foster Wallace en la Universidad de Kayton. Están dos peces nadando uno junto al otro, cuando se encuentran con un pez más viejo nadando en sentido contrario. El pez veterano los saluda y les dice: “buen día muchachos ¿cómo está el agua?” Y los peces asienten. Y siguen nadando hasta que después de un tiempo uno se gira hacia el otro y le pregunta “¿qué demonios es el agua?” Bien, explicó David Foster Wallace que es como un requerimiento estándar para los discursos en las ceremonias de graduación, el uso de una pequeña y didáctica historia. Algo así como un cuento, como un proverbio, como un mito. En aquel discurso, el escritor explicó que el punto de la historia de los peces es simplemente que las realidades más obvias y más importantes son con frecuencia las más difíciles de ver. La capacidad importante no es la capacidad de pensar, es la capacidad de elegir en qué decidimos pensar. En aquel discurso, David Foster Wallace dijo algo muy interesante, que ha sido recordado unas cuantas veces. Dijo: si orientas tu vida hacia el dinero, jamás sentirás que tienes lo suficiente. Ese planteamiento es relevante porque de igual manera, si orientas tu vida hacia la atención, tendrás la percepción de que no se te atiende lo suficiente, siempre te sentirás menospreciado; siempre te sentirás emocionalmente inseguro.
Ese es un riesgo importante: la necesidad de atención en las redes sociales. Esa es una vulnerabilidad en un océano donde una parte importante de la emoción la manejan los troles. Los troles buscan atención tratando de hacer que los demás se sientan mal. La mayoría de los troles se esconden detrás de un avatar, de una identidad fingida. Pero, también hay troles con nombres y apellidos auténticos. El compañero David Brooks ya escribió que el mayor trol de todos, el más monstruoso, llegó a presidente de los Estados Unidos. Ya sabéis, Donald Trump. Y tenéis que saber que hay estudios donde se han identificado apreciables rasgos psicopáticos entre quienes se regodean en el troleo dentro de las redes sociales. Se ha identificado cierta propensión a la psicopatía, al sadismo y al narcisismo. No es que las redes les hayan vuelto despiadados, es que ya lo eran. Lo que ha ocurrido es que en internet han encontrado una plataforma idónea para ponerse salvajes. Los troles tienen niveles elevados de empatía cognitiva. Intelectualmente, entienden las emociones de la gente y saben cómo hacerla sufrir. Sin embargo, disponen de una escasa empatía afectiva. No sienten el dolor de los demás. La psicopatía es un desorden de la personalidad definido como una combinación de encanto, emociones superficiales, ausencia de remordimiento, impulsividad y en algunos casos cierta tendencia a la criminalidad.
Una de cada cien personas cumple con los criterios de diagnóstico de la psicopatía. Hay el doble de psicópatas que, de esquizofrénicos, por ejemplo. Y las personas con psicopatía cometen entre dos y tres veces más crímenes. Aunque la mayoría no mata. Lo que sí hacen es despreocuparse casi por completo de las consecuencias de sus acciones. Es una característica que puede ser observada en políticos o ejecutivos, por ejemplo. Una de las personas que más sabe de psicópatas es una mujer llamada Arielle Baskin-Sommers, es profesora de Psicología en la Universidad de Yale. Y la profesora Baskin-Sommers ha publicado recientemente algo muy interesante en The Conversation, que es una red de medios de comunicación sin ánimo de lucro donde se publican noticias e informes de investigación. La profesora, en un artículo, ha planteado algo nuevo y sorprendente: ha explicado que individuos con psicopatías pueden identificar y experimentar emociones bajo circunstancias apropiadas. Los psicópatas tienen algo así como una miopía mental. Es decir, las emociones están ahí, están en sus cabezas, pero suelen ser ignoradas si llegan a interferir con el alcance de sus propósitos. Y la profesora dice algo más. Explica que la imagen del asesino impávido, con cara de ido, se basa en un concepto científico caduco. También cuenta que los rasgos de psicopatía disminuyen de forma natural con el tiempo en muchas personas jóvenes, no en todas, pero sí en muchas desde finales de la adolescencia hasta la edad adulta. Y lo más interesante que explica en ese artículo es que con una intervención adecuada, las perspectivas de mejora en psicópatas son posibles. Con tratamientos modificados para sus necesidades, los psicópatas pueden mejorar de lo suyo. Lo que plantea la profesora de Yale es que los rasgos de psicopatía en jóvenes pueden disminuir e incluso desaparecer. No es cualquier cosa.