Punta Norte: El faro de Alejandría
Javier Cancho trae a ‘Por fin no es lunes’ la historia del faro de Alejandría, la ciudad donde Marco Antonio quedó rendido ante la belleza inteligente de Cleopatra
A estas alturas del mes de enero, en 1922, hace cien años, se estaba preparando la consumación de una independencia. Esa consumación llegó en febrero de 1922. Así que está a punto de cumplir cien años el momento en el que, finalmente, Egipto se independizó de Inglaterra.
Egipto es una república de una sola centuria, siendo como fue una civilización muy influyente en el tiempo antiguo. No olvidemos que Egipto y Mesopotamia constituyeron el origen de lo que es la cultura occidental.
Hoy, los egipcios sienten más orgullo por su pasado que por su presente. Egipto es un país donde la mayor parte de la superficie es desierto, con el Nilo cruzándolo de norte a sur. Y, por eso, casi la mitad de sus ciudadanos vive en torno a lo que fueron las tierras fértiles, en lo que hoy son los núcleos urbanos de El Cairo y Alejandría.
Alejandría está en la zona más occidental del delta del Nilo, sobre una loma que separa el lago Mariout del Mar Mediterráneo. Alejandría es la ciudad donde existió un faro legendario. Fue fundada por Alejandro Magno en el 331 antes de Cristo. Aunque la decisión de construir el faro no fuera suya.
Uno de los primeros faros de la historia
Aquel faro iluminó el Mediterráneo durante casi dos mil años. Dejó de hacerlo en la Edad Media. Sucumbió, definitivamente, por un terremoto. Se elevaba más allá de 130 metros de altura. Fue levantado con enormes bloques de piedra caliza de color blanco. Fue adornado con estatuas de granito rosa. Las esquinas de los pisos superiores se decoraron con 6 figuras de Tritones. Seis figuras forjadas en metal. Y en la cúspide del edificio había una estatua enorme. Era una escultura de bronce, de 7 metros de alto, que representaba al dios Poseidón.
El faro de Alejandría fue uno de los primeros faros de la Historia. Fue una de las primeras torres tercas, que se irguieron -piedra a piedra- en una costa inhóspita, para que proyectaran luz hospitalaria en medio de la tempestad o de la niebla. Con el faro de Alejandría sucedió que durante 1.700 años, en muchas de aquellas noches, hubo marineros rezando a todas las divinidades para encontrar de una maldita vez la luz, aquella luz que aparecía en medio de la oscuridad. La luz que trazaba el camino de la navegación.
Navegar hacia el puerto de Alejandría era complicado, debido a que las aguas eran poco profundas. Pero sobre todo por la presencia amenazante de las rocas, por la doble línea de Arrecifes.
Se hizo acuciante encontrar una solución para el próspero puerto mediterráneo, en la costa de Egipto. Se hizo muy necesario porque había demasiados naufragios. Lo que se resolvió fue construir una torre de señalización luminosa. Se decidió que esa torre se elevaría en la isla de Faro. Y por eso, los faros llevan ese nombre. Por la isla que está en Alejandría. El arquitecto del faro más mítico fue un griego, un tipo llamado Sóstrato de Cnido. Le llevó más de una década culminar su obra. Y cuando la terminó, sólo otra construcción de la antigüedad era más alta que el Faro de la Alejandría.
Sólo la Gran Pirámide de Giza era más elevada. Sabemos que aquel diseño se convirtió en el modelo de casi todos los faros del mundo. La torre se dividía en una base cuadrada, con una sección media octogonal y después una sección superior cilíndrica.
Estando las tres partes conectadas por una rampa en espiral. El propósito consistía en que se llegase con facilidad arriba que era donde se encendía la lumbre. Arriba era donde estaba la gran hoguera que podía contemplarse a unos 50 kilómetros de distancia. Recordemos que estamos rememorando una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
La primera ciudad cosmopolita de la historia
Alejandría es una ciudad legendaria, donde sucedieron algunos acontecimientos indispensables en la Historia de la Humanidad. Fue allí donde Euclides concibió la geometría. Fue allí donde Aristarco dedujo que la Tierra giraba alrededor del sol. A esa conclusión llegó el fabuloso Aristarco, allí en Alejandría, casi 18 siglos antes que el gran Copérnico. Estamos recordando la primera ciudad cosmopolita que hubo en la loca historia del mundo. Fue la primera, la más fascinante a nuestros ojos por la propia perspectiva del tiempo. Allí, vivieron pueblos de diferentes linajes, culturas y religiones. Alejandría fue el símbolo del comercio y el intercambio, pero también del esplendor del conocimiento: con la biblioteca perdida, como uno de los episodios más dramáticos de la historia de la sabiduría.
Como algunas de las otras Siete Maravillas, el faro fue víctima de movimientos sísmicos. Resistió varias sacudidas; pero, finalmente, los daños causados contribuyeron a que fuera abandonado. Las ruinas se derrumbaron definitivamente en el siglo XV. Sobre las ruinas del faro se construyó en 1480 el Fuerte de Qaitbey.
Fue ordenado levantar por el sultán mameluco del mismo nombre. Se utilizaron los restos del faro más mítico que haya existido, el faro que protegió a los marinos que transitaron por ese tramo del Mediterráneo durante 17 siglos. Hoy, resulta especialmente emocionante estar delante del fuerte, mirarlo y saber que allí abajo están los restos del faro de Alejandría.
Después de un paseo por el malecón se llega a la construcción, que es una fortaleza robusta, que está muy bien restaurada. Además, se puede pasear por lo alto de las murallas, donde hay unas vistas formidables tanto del Mediterráneo como de Alejandría. El fuerte es un lugar especial porque tiene 500 años y porque está donde estuvo el faro de Alejandría.
Una inspiración para el mundo
Recordemos que el faro fue la inspiración de la Torre de Hércules en A Coruña, uno de los faros romanos mejor conservados que quedan. Recordemos que cuando Roma dominó el Mediterráneo, llenó sus costas de faros inspirados en el de Alejandría.
El puerto de Alejandría queda protegido de los peligrosos vientos del norte por una cadena de islas. Hace dos mil años sin brújula ni instrumentos de navegación, sin forma de orientarse, era un desafío considerable saber llegar observando la costa. Alrededor del delta del Nilo no hay montañas ni acantilados; la costa es un paisaje interminable de marismas y desiertos.
La pregunta es: sin los instrumentos modernos, cuando la niebla era muy espesa, muy intensa… ¿Qué hacían, cómo se conseguía advertir a los marineros? Imaginemos que vamos a bordo de un barco, hace mil años. Estamos en el delta del Nilo, en el año 1022. Es una noche oscura. Se percibe que la mar está calmada. No hay ni el más mínimo oleaje. Tampoco ninguna visibilidad. La niebla es tan densa que parece que hubiera una pared de opacidad. No se intuye ninguna luz en la costa. No se aprecia fulgor alguno de la llama del faro de Alejandría. Pero, de repente, del horizonte llega un sonido. Porque se considera fundada la posibilidad de que el faro presentara una antigua "bocina de niebla" que se hiciera sonar cuando la costa estuviera cubierta por la espesura de las brumas.
Los relatos árabes describen voces terribles saliendo del edificio. No se ha identificado el mecanismo exacto para una advertencia sonora de la antigüedad. Se especula con que los tritones que soplaban caracolas, las esculturas esculpidas en la parte superior del faro pudieran haber tenido un propósito práctico más allá de decorativo.
Cuando los árabes conquistaron Egipto en el siglo séptimo, el faro seguiría en pie unos cuantos siglos más. Alejandría es hoy decididamente más islámica que helenística. Pero, la imaginación de lo que fue aquel lugar queda al alcance todos.