La extraña muerte de Theodosia Burr
Su historia fue una de las favoritas de poetas como Robert Frost que escribió un verso en el que se menciona la existencia de una conspiración para hundir el barco de Theodosia
Año 1869. Un doctor llamado William recibió el aviso para que fuera a ayudar a una anciana enferma, una mujer llamada Polly.
La señora Polly vivía en una choza de una remota aldea de Carolina del Norte. Cuando el médico y su hija entraron en la casa se toparon -para empezar- con unas cuantas telarañas. Entraron con cautela en la estancia oscura tratando de acostumbrarse a aquel olor tan denso. Tras aquellos primeros estímulos negativos, podría decirse incluso que inquietantes, procurando encontrar la cama de la señora Polly, cuando apenas llevaban un minuto en aquella choza, los dos. El doctor y su hija, se fijaron en algo. Se sintieron atraídos por una imagen en la pared. Era el cuadro una hermosa joven de unos veinticinco años.
El doctor atendió a la anciana. Comprobó que su vida no corría peligro. Para -a continuación- preguntarle por eso que estaba en su mente desde el instante mismo en el que observó aquella pintura.
Hablando con la señora, preguntándole directamente, el médico confirmó lo que había sospechado al contemplar el cuadro en el primer instante. Era un retrato de Theodosia Burr Alston. Theodosia era una mujer que llevaba desaparecida en el mar hace mucho tiempo. Desaparecida en extrañas circunstancias.
Theodosia Burr Alston perteneció a la alta sociedad estadounidense de finales del XVIII y principios del XIX. Fue hija del tercer vicepresidente de la historia de los Estados Unidos, siendo el inquilino de la Casa Blanca Thomas Jefferson. Theodosia tuvo una educación basada en la disciplina mental y en la variedad del conocimiento. Desde joven, ella mostró signos de una considerable inteligencia. Estando muy unida a su padre, un hombre que hace más de 200 años reivindicaba la creatividad de la naturaleza femenina. La madre de Theodosia murió cuando ella solo tenía 11 años.
En el primer año del siglo XIX, Theodosia se casó con un rico terrateniente de Carolina del Sur que llegó a ser gobernador del Estado. La pareja pasó su luna de miel en las cataratas del Niágara.
Tres años después de su boda, la vida de Theodosia entró en una fase complicada. El 10 de julio de 1804, el padre de la mujer que hoy estamos recordando se sentó en su escritorio y le escribió a su hija una carta de despedida.
Este es uno de los párrafos de aquella carta en la que el padre le decía a su hija: “Estoy en deuda contigo, mi queridísima Theodosia, por haber contribuido en una parte muy grande a la felicidad que he disfrutado en esta vida. Has satisfecho por completo todo lo que mi corazón y mis afectos habían esperado”.
Al día siguiente, el todavía vicepresidente de los Estados Unidos, mataría en un duelo a un tipo llamado Alexander Hamilton.
Era una mañana luminosa en Nueva Yersey. Los pájaros cantaban ajenos a lo que estaba a punto de pasar. Se cuenta que el padre de Theodosia disparó a la señal, y, después, apartó la vista. No vio caer al suelo a Hamilton. En las semanas posteriores, corrieron rumores sobre la causa del duelo. El tal Hamilton habría hecho unos comentarios despreciables sobre la relación que padre e hija mantenían. Había, entonces, quien no comprendía que pudiera sostenerse con una hija una relación de igual a igual. Theodosia no fue educada en la sumisión femenina. Probablemente padre e hija fueran unas cuantas generaciones por delante de su tiempo, y en su tiempo, comenzándose el siglo XIX, hubo quien utilizó aquello para el descrédito y el chisme.
El padre de Theodosia, siendo vicepresidente de los Estados Unidos, se dio a la fuga. Y, en teoría, nunca fue condenado por haber participado en un duelo prohibido con resultado de muerte.
El padre de Theodosia emprendió lo que podríamos llamar la conquista del oeste. Pretendía establecer un nuevo país, un país con otros valores, al oeste de los Estados Unidos incluyendo los territorios mexicanos. Y contó con el apoyo total de su hija y su yerno. Pero, la intención fue descubierta y el padre de Theodosia fue detenido, siendo acusado de de alta traición. Aunque finalmente sería absuelto. Toda aquella tensión debilitó la salud de Theodosia, quien probablemente -no es seguro, pero, probablemente- sufriera por entonces un cáncer de útero. Poco después, cerniéndose la oscuridad sobre su vida, Theodosia perdió a su único hijo. El pequeño murió de malaria. En el mismo año de la muerte del pequeño estalló la guerra entre el Reino Unido y los Estados Unidos. La situación se puso tan convulsa que el padre de Theodosia decidió que su hija estaría mejor en Nueva York que en Washington. De modo que Theodosia, junto a un médico llamado Dr. Green, además de una criada francesa y una tripulación mínima, se subieron a una pequeña goleta llamada Patriot.
Pasó una semana, luego dos, luego tres...pasó la vida entera sin noticias de la Patriot, ni de nadie de su pequeña tripulación o de alguno de los pasajeros.
El marido de Theodosia le escribió una carta a su suegro en la que le recordaba amargamente que en el mismo año había perdido a su hijo y a su esposa. Te sientes separado de la raza humana, le decía. Ella era lo último que nos unía a esta sociedad. Sin embargo, en la sociedad estadounidense de la época la desaparición de la Patriot tuvo otras interpretaciones. Regresaron los chismes y los rumores, expandiéndose de norte a sur de este a oeste. Había quien contaba que Theodosia seguía viva. Sin embargo, un artículo publicado
en 1820 en el diario New York Advertiser relataba el testimonio de dos delincuentes que habrían confesado haberse amotinado a bordo de la Patriot matando a todo sus pasajeros. Otros relatos aseguraban que Theodosia se había convertido en la esposa de un indio americano en Texas. Piensen en que 57 años después de su desaparición se seguían aportando supuestos testimonios sobre lo ocurrido. El New York Times, 57 años después de la desaparición de la goleta publicó otra versión sobre lo ocurrido restándose que Theodosia fue obligada a saltar al mar.
Quizás, la única pista que tenemos sobre lo que realmente le sucedió a Theodosia es el retrato descubierto por el Dr. William en 1869. Recuerdan el principio: el doctor que con su hija fue a atender a la señora Polly a su choza en Carolina del Norte.
La señora Polly le contó al doctor y a su hija que su marido se dedicaba a hacer inmersiones acuáticas tratando de recuperar objetos valiosos de los barcos naufragados en las costas de Outer Banks, en Carolina del Norte. El marido de la señora Polly había sacado del fondo marino el retrato y algunos vestidos que habrían pertenecido a Theodosia. La pintura que colgaba de la pared de una choza probaría que Theodosia murió frente a la costa de Carolina del Norte, de una forma u otra que desconocemos. Constatando documentos de la época se sabe que hubo feroces tormentas en los Outer Banks entre el 2 y 3 de enero de 1812, tempestades que causaron daños a los barcos cercanos a la ruta planificada por la Patriot . Lo más probable es que la pequeña nave simplemente fuera devastada por el oleaje. O quizá fuera víctima de un complot de Estado. No hay forma de saberlo. Hoy sigue viva la leyenda de Theodosia. Su retrato cuelga a día de hoy en una biblioteca de Yale. A comienzos del XX, el misterio se convirtió en varias novelas. Su historia fue una de las favoritas de poetas como Robert Frost que escribió un verso en el que se menciona la existencia de una conspiración para hundir el barco de Theodosia. Era para castigarla a ella, dice Frost; pero, sobre todo, era Para castigar a su padre.