El asesinato de Bernard von Bredow y el robo de los Stradivarius
Fue un crimen brutal cometido a finales del pasado mes de octubre. Fueron asesinados un padre y su hija adolescente. Cuando estaban en su propia casa. Él era un conocido luthier, fabricaba y reparaba valiosos instrumentos de cuerda. Sobre todo violines.
Los Stradivarius son los instrumentos más caros del mundo. Entre todo lo que sustrajeron de la casa donde se cometió el doble crimen, de un padre y su hija adolescente, habría varios violines Stradivarius, considerados obras de arte y valorados en hasta cuatro millones de euros.
Dentro de poco se van a cumplir diez años de un experimento fascinante que se hizo en un auditorio de París. Allí, se juntó a trescientas personas, entre músicos, ingenieros de sonido, había críticos musicales, y había luthiers. El caso es que esas 300 personas, con oídos especialmente educados para apreciar la calidad de música, observaron desde sus butacas la interpretación de diez virtuosos del violín que habían llegado desde diferentes lugares del mundo. El público observaba a los violinistas mientras una investigadora, experta en acústica, una mujer llamada Claudia Fritz, les observaba a todos. Claudia había organizado un experimento.
La prueba consistía en un test a ciegas. Los solistas, los 10 intérpretes, debían decidir qué instrumento se llevarían a una hipotética gira entre doce violines. Había seis violines modernos, fabricados por lutieres franceses y estadounidenses, y seis antiguos, de las marcas Stradivarius y Guarneri.
Debían tocar en la penumbra, con los ojos cubiertos y las narices tapadas por una mascarilla perfumada, para no tener ningún referente ni visual y olfativo. Durante setenta y cinco minutos, cada uno de los diez intérpretes pudo tocar los doce violines y comparar las diferencias tonales entre todos ellos. Seis de los diez intérpretes prefirieron los violines de fabricación reciente. Seis de diez. Y ninguno, ninguno de ellos supo distinguir los instrumentos antiguos de los modernos.
Los resultados son asombrosos porque los expertos dicen que los Stradivarius disponen de unas cualidades tonales que no pueden ser igualadas por los instrumentos actuales. La prueba del algodón digamos que cuestiona tan elogiosa consideración.
Otra lectura interesante al respecto de aquel experimento. 300 años después, los violines creados por Antonio Stradivari resultan indistinguibles de los creados con las más altas tecnologías del siglo XXI. Lo que aquellos Luthiers de la región de Cremona hicieron, lo hicieron sin que entonces existiera la obsolescencia programada, pero crearon instrumentos de cuerda asombrosos con una durabilidad en la que pervive la más alta fiabilidad sonora, 300 los después. La ausencia de un escrito, de un documento explicativo, le confiere aún más enigma al método utilizado por aquellos maestros. Aquellos fabulosos luthiers de Cremona posiblemente no fueran conscientes del interés que suscitarían tanto tiempo después sus creaciones. Su conocimiento, su sabiduría, únicamente era legada por la enseñanza directa del maestro al alumno. Hasta el siglo XIX no se redactó ningún tratado sobre la elaboración y la conservación de violines.
Hasta principios del XIX nadie consideró que dejar por escrito ese saber podía resultar interesante. El primero que lo hizo fue un luthier alemán llamado Otto. El señor Otto reconoce abiertamente que los instrumentos de los expertos cremoneses eran mucho mejores que los suyos. Y es él quien atribuye al tipo de barniz empleado una de las cualidades insuperables de aquellos violines históricos.
Alemán como el señor Otto. Y luthier, como aquel, era el ciudadano asesinado, junto a su hija, hace 20 días en Paraguay. Se llamaba Bernard von Bredow. Tenía 62 años. Su hija, 14. A él le habían torturado. Y después le metieron un balazo en la nuca. A su hija Lorena la dispararon en el estómago. El cuerpo fue encontrado en la bañera del domicilio.
La policía paraguaya comenzó a investigar en el entorno de las víctimas. Y, de momento, ha hecho tres arrestos. Los detenidos son tres ciudadanos alemanes que vivían allí en una población llamada Aregua, que
que está al este de Asunción. Aunque no se descarta que haya más implicados. Puede decirse que han resuelto el caso en un tiempo mínimo. No hace ni un mes de la masacre. Luego, la acusación tendrá que probarse en un tribunal. Veremos si aparecen los Stradivarius, que se cree que son cuatro.
Lo que se desconoce es si los asesinos, encontraron los certificados de autenticidad de los violines. Sin esos certificados no pueden ser vendidos al precio astronómico al que se comercializan estas piezas. Cada una de ellas por varios millones de dólares. Por eso le torturaron. Y no se sabe si habló...o no consiguieron sacarle la información. Probablemente, usaran a la hija para chantajearle. Con lo cual, sería razonable pensar que los criminales lograron lo que ansiaban.