Cada uno con su objeto preferido. Isabel con el boquiche
En la objetología de hoy en Por fin no es lunes, Isabel Lobo objeta sobre los objetos preferidos de cada uno. Isabel ha elegido el boquiche, una pipa con mucha historia
La chancla, la sandalia… Todos comenzando el viaje al más allá sin saberlo. En este espacio dedicado a los objetos y a los que me retumban la conciencia, hemos aprendido que casi todo ya lo habían inventado los egipcios. De hecho… En aquel entonces, las sandalias formadas con hojas de palmera y papiros, acompañaban a sus habitantes para ocasiones especiales. Lejos de ser un calzado para el día a día, simbolizaban el viaje al más allá y se le colocaban a los fallecidos antes de enterrarlos.
Luego llega Grecia y las sandalias aladas de su dios Hermes, geta en japones o paduka en India. Hasta los años 20, la sandalia no sería bien vista ni siquiera en piscinas o playas. Por aquel entonces las mujeres comenzarían a combinarlas con pijamas de playa para los días soleados. Una década después las sandalias volvieron, ocupando la pista de baile junto al tacón y los vestidos de gala.
¿Qué es un boquiche? No tiene un único inventor porque es un artilugio que se fue perfeccionando a lo largo del tiempo. El origen de la pipa se le atribuye a la cultura olmeca, asentada en México entre los años 1200 y 900 a.C., tras los artefactos para fumar que se encontraron en varias expediciones realizadas en el país azteca. Este descubrimiento fue refutado por el antropólogo Johanes Wilbert. En Europa, se encontraron pipas hechas con hierro, arcilla o bronce que datan del año 400 a.C., mientras se realizaban excavaciones arqueológicas.
Desde hace siglos, en África, las tribus ubicadas en el Congo enrollaban y perforaban hojas de plataneras para fumar a través de ellas. El descubrimiento de América fue clave para la expansión del uso de la pipa en Europa durante la Edad Moderna. Todavía son muchos los que siguen utilizando este artilugio que marcó a personajes de ficción tan célebres como Sherlock Holmes y Popeye o reales como Pablo Neruda o Julio Cortázar.
Todos tenemos un objeto que nos recuerda a alguien, que nos ubica, nos acompaña y hasta nos cuida. Algunos de esos objetos se acaban convirtiendo en fuentes de energía muy potente y crean nuestros pequeños universos.