Soraya y Armando son la tercera generación de apicultores en su familia. Cuidan de la abeja negra canaria en la Aldea de San Nicolás, donde tienen más de cien panales a pocos metros de su casa. Consideran que hay que dar a conocer las labores del campo, como es la apicultura, para que no se pierdan.
Conservan a uno de los insectos más importantes del planeta con mucho cariño, de hecho, Soraya las llama ''mis niñas'' y siempre que puede enseña sus panales. También quieren visibilizar el trabajo que hacen, tanto las abejas, como los profesionales de la apicultura, y tienen proyectos en mente. Uno de ellos sería una especie de apiturismo para llevar a la gente de ruta por la colmenas y conseguir que valoren la miel. Ese producto que es, tan rico, como bueno para nuestra salud.