Shanghái endurece las restricciones por el Covid: centros de aislamiento de positivos, crisis de suministros y otras consecuencias de la política china
La política Covid 0 de China está llevando a utilizar brutalidad policial para encerrar a los positivos asintomáticos en pabellones de aislamiento. Esta solo es una de las consecuencias de los estrictos confinamientos a los que somenten a la población en Shanghái.
Más de 500 barcos están a la espera de descargar sus contenedores en uno de los puertos más importantes del planeta y el más importante para China. El 27% de los productos que exporta el gigante asiático pasan por el puerto de Shanghái. En este momento, hay un temor real de que se pueda paralizar parte de la cadena de suministros a nivel global. ¿La razón? Shanghái lleva un mes de confinamiento estricto y se están llenado los centros de aislamiento para positivos por Coronavirus, que no dan más de sí.
Prohibición para ir a comprar, no acudir a las revisiones de embarazo y otras consecuencias
La política de Covid 0 ha llevado a usar incluso la brutalidad policial para llevarse a los positivos asintomáticos a esos pabellones de aislamiento en el que están encerradas miles de personas. Es tan estricta la situación que no pueden salir de sus casas a comprar y tampoco pueden abrir las ventanas de casa para ventilar.
También hay que sumar la falta de comida de primera necesidad o que, por ejemplo, las mujeres que esperan un niño o una niña no pueden ir a la consulta para vigilar el estado de su embarazo. El portavoz del ministro de exteriores ha confirmado que la estrategia de China contra el virus no va a cambiar.
¿Cuándo terminará el confinamiento?
Según la corresponsal de Onda Cero en China, Inma Escribano, todavía no hay fecha oficial y las posibles se van posponiendo: "Al principio hablaban de mediados de abril; luego, principios de mayo. Después ya se escucha que incluso puede llegar a mediados o finales de mayo. Son dos meses encerrados y empieza a ser preocupante".
Explica que continúan surgiendo miles de casos cada día, pero la mayoría de ellos son asintomáticos (97%), lo que hace que mucha gente piense que no hay necesidad de paralizar una ciudad como Shanghái, de 25 millones de personas, y de enviar a esos asintomáticos a centros de aislamiento con condiciones muy precarias por unos pocos casos críticos.
¿Cómo funcionan los centros de aislamiento?
En el momento en que una persona da positivo, es imposible que pueda pasar la enfermedad en casa. La Policía china acude al domicilio a buscar a esa persona y se la llevan a uno de estos centros. Incluso los vecinos rechazan que la persona se quede en el edificio y la urbanización por miedo a contagiarse ellos y tener que ir a dichos centros de aislamientos.
Dentro de estos pabellones no se puede salir y el principal problema es la gente que está en ellos. Miles de personas encerradas en unos centros no habilitados con duchas y con escasez de baños. Las condiciones de higiene "no son óptimas", explica Inma Escribano.
Los últimos días se han visto imágenes de policías yendo a por ciudadanos que se resistían a irse a dichos centros de aislamiento e incluso utilizando brutalidad policial con ellos. Aunque no es lo habitual allí, es parte del mensaje que lanzan las autoridades chinas, cuya política de lucha contra el virus se mantiene estática como al principio: Covid cero.
Cierre de Shanghái: ¿decisión sanitaria o política?
Inma Escribano asegura que cada vez hay más voces que afirman que el cierre de Shanghái responde más a cuestiones políticas que a sanitarias debido a que es una ciudad de 25 millones de habitantes en la que hay muchos contagios, pero el 97% de ellos son asintomáticos. "No hay colapso sanitario, el número de muertes ha sido muy reducido. Lo que sucede es que no se quiere dar marcha atrás en ese discurso de la victoria, de que China ha ganado la batalla al virus. El hecho de aceptar que hay que convivir con él parece que es una derrota para ellos".
¿Los ciudadanos occidentales tienen fácil una posible salida del país?
No. La salida de Shanghái se ha complicado mucho porque el número de vuelos se ha reducido drásticamente y el hecho de acceder al aeropuerto es ya de por sí complicado. Todo está parado, no hay metro y los autobuses tampoco funcionan. De hecho, el aeropuerto está a bastantes kilómetros de la ciudad, lo que obliga a situaciones surrealistas como la que explica nuestra corresponsal: "Escuché la historia de un canadiense que para coger su vuelo, se echó a la calle con su maleta y se recorrió andando varios kilómetros".
Afirma que la gente que tenga que coger un vuelo se enfrenta a otro problema añadido: "Si sales de tu casa para cogerlo y ese vuelo se cancela o retrasa unos días, ya no puedes volver a casa porque has salido fuera y ya supone un riesgo. Además, de que en muchas urbanizaciones prefieren no dejar volver a los vecinos que han salido".