ENTREVISTA EN POR FIN NO ES LUNES

Paco Álvarez, autor del libro "Crónica Rosa Rosae": "En la Ilíada de Homero ya se hablaba de rumores"

¿Fue Julio César tan mujeriego como pensamos? y ¿Calígula fue tan malo como lo pintaron? En Por fin no es lunes hablamos con Paco Álvarez, geógrafo, historiador y autor de "Crónica Rosa Rosae", un libro que recoge los cotilleos más suculentos de la Roma Clásica.

ondacero.es

Madrid | 13.05.2023 12:35

Los rumores nos han acompañado a lo largo de toda la historia. Grandes autores como Séneca, Aristóteles, Cicerón o Flaubert escribieron sobre los rumores, las habladurías y los chismes. Porque, aunque nos cueste reconocerlo, todos tenemos un cotilla en nuestro interior. Los romanos fueron grandes cotillas. Les encantaba cotillear en los foros y en las termas. Los dimes y diretes políticos, los líos de faldas y los escándalos palaciegos corrían como la pólvora por los rincones de la Antigua Roma. Pero, ¿aquello que se contaba correspondía realmente con la realidad?

Pero ¿fue Julio César tan mujeriego como pensamos? ¿Era Nerón un caprichoso engreído? ¿Fue Claudio tan tonto, lento y ridículo como nos cuentan? ¿Y Calígula, era tan malo como lo pintaron? Hoy se sabe que mucho de lo que contaron los historiadores romanos son cotilleos. Chismorreos. Salseo. Pura rumorología, con la que los romanos se entretenían hace más de 2.000 años.

Paco Álvarez autor de “Crónica Rosa Rosae” nos ha contado que los cotilleos son incluso anteriores a los romanos. Ya en la Grecia más clásica, Demóstenes se quejaba de cómo funcionaba esto de los rumores. Sus oponentes esparcían innumerables maledicencias en su contra. Igual que le ocurría a Diodoro, el fundador del estoicismo, que se quejaba de que sus enemigos enviaban charlatanes a los mercados.

En la antigua Roma se cotilleaba de todo: de política, de famosos, de líos de cama, de poder... A Julio César le atribuyeron incontables rumores y de Cleopatra todo lo que se sabe son cotilleos. No sabemos nada a ciencia cierta, solo lo que pintó sobre ella la propaganda de Augusto. Cicerón era un especialista en dimes y diretes divertidos. Era rápido y mordaz con sus chanzas. Y es que, aunque cueste creerlo, en la Roma clásica ya existían los influencers y los followers.