Mujeres rehechas después de los cincuenta
En 'Por fin no es lunes' hablamos con Begoña Fernández-Aramburu y María Sancho, dos mujeres "cincuentañeras" que, después de una vida empleadas en el mismo sector, han decidido cambiar el rumbo de su carrera profesional.
Son mujeres, tienen más de 50 años y, después de toda la vida trabajando en el mismo sector, han decidido cambiar el rumbo de su carrera profesional. ¿Pero es fácil reinventarse a partir de los cincuenta? ¿Es posible tener varias vidas laborales en una misma vida?
En España, la esperanza de vida ha aumentado en los últimos años hasta situarse en los 84 años de media. Algunos, incluso, la superan con creces -como Saturnino de la Fuente, el hombre más longevo del mundo, que esta semana ha fallecido a los 112 años-. Con esta expectativa y teniendo en cuenta que cada vez trabajamos más años, no es de extrañar que algunos se planteen tener unas cuantas vidas laborales. ¿Locura o necesidad?
Hoy contamos con dos mujeres que son un ejemplo de que a los 50 todavía se está a tiempo de iniciar una gran carrera. Begoña Fernández-Aramburu pasó de tener su propia empresa de arquitectura a convertirse en una experta programadora a sus 54 años. Por su parte, María Sancho apartó sus 30 años de trabajo en un banco para volver a la universidad. Hoy es premio Extraordinario del Grado de Traducción por su expediente académico a sus 57 años.
La historia de Begoña
Begoña ha explicado que, hacia los inicios de su vida laboral, abrió un despacho de arquitectura en Mallorca para, después, regresar a Barcelona junto a unos socios con los que emprendió un negocio de un tamaño considerable. Sin embargo, la crisis del 2008 también causó estragos en su negocio, motivo por el cual hubo de reinventarse.
A los 48 años empezó a cursar un máster en diseño de moda, una disciplina que, según ha explicado, "no es muy diferente a la arquitectura en cuanto a los procesos". Sus nuevos estudios le abrieron las puertas de un nuevo mundo laboral en el que se sumergió durante tres años, pero un nuevo obstáculo en el camino le obligaría a reinventarse una vez más.
"A los 51 años me quedé en paro", ha expuesto. "Llevaba casi diez años sin ejercer como arquitecto y, para la edad que tenía, mi incursión en la moda parecía escasa", ha proseguido.
Así pues, Begoña debía afrontar un contexto de incertidumbre habiendo traspasado la barrera de los cincuenta; una edad que, no obstante, no parece demasiado elevada en un mercado laboral donde la edad de jubilación cada vez se retrasa más. Begoña comenzó a asistir a diversos cursos ofertados por Barcelona Activa. Allí descubrió el mundo de la programación.
"Fui a una charla donde me dijeron que dentro de un año se iban a necesitar no sé cuántos miles de programadores, así que me dije: a'quí estoy yo'". En efecto, Begoña se sumergía en un sector completamente nuevo para ella con la esperanza de encontrar trabajo. Una expectativa satisfecha a la luz de su actual empleo como programadora.
"He emprendido una nueva vida laboral y con muy buena perspectiva en un sector que me aporta sensación de estabilidad en el tiempo", ha concluido.
La historia de María
María estudió derecho y, nada más terminar la carrera, encontró trabajo en una entidad bancaria donde trabajó durante veintisiete años de manera prácticamente ininterrumpida. Sin embargo, un problema de ansiedad prolongado le obligó a permanecer de baja durante aproximadamente un año y, al poco tiempo de su vuelta al banco, descubrió que la relación laboral con su empresa había llegado a su fin.
"Me dijeron que no contaban más conmigo, que no era un tema personal, sino de números", ha señalado María.
Así pues, con 52 años María se enfrento a una búsqueda activa de empleo. No quería volver a trabajar en una entidad bancaria, por lo que también ella decidió reinventarse.
"Con 52 años volví a la universidad para estudiar traducción y prepararme un examen de traductor jurado", ha expuesto. "Estuve mucho tiempo pensando que estaba completamente fuera de lugar", ha añadido. Pero lo cierto es que sus buenas calificaciones que le brindaron una mención honorífica al mejor expediente desmienten sus preocupaciones iniciales.
El esfuerzo "físico y mental" - se trasladaba a más de 100 kilómetros para asistir a clase- dio su resultado.
Desmontando los prejuicios para con los trabajadores cincuentones
Tanto Begoña como María han dejado patente una idea: los trabajadores que superan los cincuenta son tan válidos como cualquier otro. De hecho, es posible que sus perfiles laborales presenten una serie de ventajas con respecto a otro tipo de empleados.
"Los cincuentañeros somos un chollo porque tenemos una experiencia y una madurez que a otra edad no tienes", ha relatado Begoña.
Sin embargo, parece que a las empresas les cuesta percibir esta realidad. Ven a personas mayores, contando los días para su jubilación, cuando lo cierto es que a los cincuenta todavía aguardan, como mínimo, quince años de vida laboral.
"Estas en una edad intermedia en la que sientes que no eres joven como para cambiar totalmente tu carrera laboral, pero tampoco eres mayor como para prejubilarte", apuntaba María.
Sea como fuere, por deseo o necesidad, estas mujeres han sabido tomar las riendas de su vida hacia el rumbo deseado, porque citando a Begoña, "somos cincuentañeros, no somos cincuentones".