María Moliner, cuarenta años después de su muerte
En 'Por fin no es lunes' hablamos con Pedro Pitarch, nieto de María Moliner, y con su Biógrafa, Inmaculada de la Fuente. ¿Quién era realmente María Moliner?
Este mes se ha cumplido el 40 aniversario de la muerte de María Moliner, la mujer que pudo ser la primera en acceder a la Real Academia Española. Pero no lo consiguió.
Gabriel García Márquez dijo de ella: "María Moliner hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana".
Ese diccionario es el “Diccionario de uso del español”, más conocido como “el diccionario de María Moliner”. La obra cumbre y titánica de una mujer tenaz, rigurosa, innovadora y pionera. María Moliner fue una brillante bibliotecaria y lexicógrafa, que sentía una pasión sin límites por las palabras, las mismas que fue perdiendo a causa de una enfermedad.
Pedro Pitarch, uno de sus nietos, cuenta sus recuerdos sobre ella: “La conocí en las dos últimas décadas de su vida. Era una mujer muy trabajadora y pendiente del bienestar de su familia. Sobre todo, la recuerdo preocupándose por su marido que necesitaba de su ayuda cuando se quedó ciego”.
Pitarch dice que María Moliner siempre estaba en su escritorio escribiendo las fichas para las entradas del diccionario. “Si hubiese vivido 100 años más hubiese seguido trabajando en el diccionario”, dice.
Inmaculada de la Fuente, periodista, escritora y biógrafa de María Moliner, cuenta que María Moliner tenía una personalidad “brillante” y “compleja”. “Por un lado, quería hacer cosas, su menta muy activa necesitaba proyectarse, pero al mismo tiempo no le interesaba el hacer por hacer. La fuerza siempre estaba en ella”, explica.
La biógrafa asegura que Moliner era una mujer comprometida. “Cuando llega la Guerra Civil, el contacto entre ella y quien era entonces el ministro de Educación hace que adquiera grandes responsabilidades”, dice.
Además, su nieto confirma que María Moliner siempre decía que hablar bien era “cuestión de higiene personal y política”.