La historia de adicción al alcohol de Raül Balam Ruscalleda: "Mis primeros camellos fueron mis padres"
"El alcohol es una droga, aunque esté aceptada socialmente", es una de las reflexiones que se hizo el chef de dos Estrellas Michelín antes de descubrir que en el 85% de las imágenes de su vida estaba presente el alcohol.
"Me llamo Raúl y soy adicto", es la frase con la que comienza 'Enganchado', un libro escrito por la periodista Carme Gasull y que narra la historia de Raül Balam Ruscalleda, chef con dos Estrellas Michelín e hijo de la conocida cocinera Carme Ruscalleda y del hostelero Toni Balam.
A sus 46 años dirige el Restaurante Moments del Hotel Mandarín Oriental de Barcelona, está al cargo de la cocina del Restaurante El Drac de Calella y del Sant Pau en Tokio y, desde el pasado verano, lidera el mítico Sant Pau, el restaurante que sus padres dirigieron durante 30 años y que ahora él ha reabierto como Cuina Sant Pau.
El alcohol: la droga socialmente aceptada
Si buscamos entre las fotografías de nuestras reuniones familiares o sociales descubriremos que en muchas de ellas está presente el alcohol, una de las drogas más peligrosas que existen, por mucho que esté aceptada socialmente. Esa es la reflexión que se hizo Raül, que descubrió que en el 85% de las imágenes de su vida, estaba presente el alcohol.
Se define a sí mismo como un adicto, sabe que lo es y que siempre lo será, es una etapa de su vida que tiene muy presente todos los días: "Sabiendo de dónde vengo, sé cuál va a ser mi camino, así que rememorarlo ya no me duele y me sirve de ejercicio para recordarlo y para ayudar a otros. Quitar un poco ese mito de lo que es el vicio y pasarlo al sitio de la enfermedad mental, que es lo que toca".
"Mis primeros camellos fueron mis padres"
Es una de las frases que destaca en su libro. Una frase "contundente, injusta y dura", pero que está ahí: "El alcohol es una de las drogas más peligrosas que hay en el mundo porque es legal y la tenemos asociada muy culturalmente en nuestro país. Mi primer contacto con la droga fue el alcohol y fueron mis padres en una comida familiar cuando me dijeron que me podía tomar una copita para brindar. No quiere decir que ahí ya empezara a coger borracheras, sino que ahí se despertó la enfermedad y poco a poco la cosa fue a más".
Las define como unas palabras "muy duras", pero reconoce que si se pone a pensar quiénes fueron los primeros que ofrecen una copa, "normalmente siempre son los padres".
Actualmente lleva diez años sin consumir, pero asegura que durante una etapa muy larga de su vida, esta giraba en torno al alcohol y la droga: "Yo no me he ido nunca de vacaciones a un sitio en el que supiera que no iba a encontrar bares". Sus padres lo veían, claro, y se lo decían, pero él respondía con el mantra que se repiten todos los adictos: "Yo controlo", pero no es así, "es la droga la que te controla, no tú mismo".
Empezó con el alcohol y luego pasó a otras drogas más duras, como la cocaína, lo que supuso su "bajada a los infiernos", aunque no de manera inmediata, sino progresiva. Influyó en su trabajo, la alta gastronomía, donde el nivel y la presión es altísimo y donde necesitas una concentración plena: "Cuando entra tan en ti la droga, eres incapaz de afrontar ese trabajo. Y yo he tenido la suerte de tener un gran equipo humano que siempre me ha acompañado. Antes me tenían miedo y pavor. Si ves las fotos del Raül de entonces, no tiene nada que ver, era todo muy patético".
El inicio de su recuperación: un 5 de marzo
Su hermana es la gran responsable de que diera el primer paso de reconocer que tenía un problema. "Yo la llamo la chivata porque a principios de 2013 tuve una depresión por la que no podía afrontar mi trabajo. Me cogí una baja, me quedé en casa y mi padre mandó a mi hermana para que me cuidase. Un día ella vino después de una noche en la que estuve bebiendo y consumiendo, cerró la puerta, se fue a casa de mis padres y les dijo que se me había ido de las manos, que era un animal dentro de una cueva".
A partir de ahí, un largo y duro proceso en el que tienes que aprenderlo todo nuevamente porque llega un momento en el que "no sabes quién eres y te haces tantas preguntas porque te han quitado el amor de tu vida y te quedas solo".
"Tienes que empezar a hacerlo todo: tuve que aprender a relacionarme, a trabajar, a aprender a tener sexo otra vez. Al final es todo y es un proceso muy lento, pero que si haces pasito a pasito es constante y el resultado es muy bueno", reconoce.