Agustín Alcalá, sobre el 11S: "El momento más escalofriante fue cuando, a distancia, pude ver cómo caían las torres"
11 de septiembre de 2001, eran las 8:45 de la mañana en New York cuando el vuelo 11 de American Airlines se estrella contra la Torre Norte el World Trade Center. Agustín Alcalá, corresponsal de Onda Cero en Estados Unidos se encontraba en Nueva York y nos cuenta cómo vivió ese día y cómo narró la información.
Agustín Alcalá, corresponsal de Onda Cero, nos cuenta que en el momento en el que impactó el primer avión él se encontraba en el coche con su mujer. "Como siempre llevo puesta la cadena CBS radio, escuché en el primer boletín que un avión había impactado contra una de las torres y que salía una columna de humo. Yo pensé, creo que como todo el mundo, que había sido un accidente de alguna de las avionetas o de alguno de los helicópteros para turistas que por aquel entonces sobrevolaba en el bajo Manhattan, la estatua de la libertad y luego subían hacia el Central Park" asegura.
Continuó escuchando en la emisora la cobertura del primer avión, cuando se informó que en un segundo aparato a las 9:30 de la mañana había chocado también contra las torres. “Esa fue la señal definitiva de que algo muy grave estaba pasando y que no era un accidente sino un atentado terrorista” asegura.
Para poder informar, Agustín Alcalá intentó dirigirse hacia la zona de las torres, hasta donde la policía le dejó y desde el coche ya entró en los informativos de la radio de Onda Cero para contar todo lo que estaba pasando. Recuerda que en aquella época no había teléfonos inteligentes con baterías que te duran horas, él lo que tenía era un teléfono pequeño de color negro, de esos que se habrían y que llevaba cargado al máximo. Además también llevaba una pila extra grandísima que se pegaba al teléfono y que le permitió seguir trabajando durante más tiempo.
Enseguida comenzaron a aparecer noticias sobre el momento en el que el presidente George Bush fue informado del impacto del segundo avión cuando estaba en una escuela de Sarasota, Florida.
El mensaje de las autoridades locales de New York, de la policía y los bomberos fue en un primer momento de que los neoyorkinos no se acercaran al World Trade Center. La primera vez que escuché quién podía ser el autor de las expresiones fue en la emisora CBS que estaba siguiendo de que los servicios de inteligencia norteamericanos creían que el responsable de los ataques podría ser Osama Bin Laden. Un hombre que para el gran público norteamericano para la gran mayoría de los estadounidenses eran hasta ese momento desconocido”
A las 9:29 el presidente Bush se dirigió a una audiencia de profesores y estudiantes en la escuela donde se encontraba en Florida y se le pudo escuchar por la radio y ver por televisión comentando que “hemos tenido una tragedia y que el choque de los aviones parece aparentemente un acto terrorista contra nuestro país”
"Y ya la confirmación definitiva de que esto era una operación a gran escala fue a las 9:37 de la mañana cuando chocó el avión contra el ala oeste del Pentágono y claramente nos dimos todos cuenta de que era un ataque muy serio.
A eso de las 10 se derrumba la torre sur, ya todo era un caos en la zona cero. El World Trade Center ya se convertía completamente en un escenario de guerra. Pasan las horas, ya se dilucida un poco todo lo que ha ocurrido y uno empieza a valorar con otra perspectiva las cosas que han ocurrido en ese mismo día.
"Varios días después, a lo largo de semana, realmente en la ciudad se montaron y se levantaron lugares con grandes murales con las listas de personas que habían desaparecido, de las que no se tenía noticias, con sus fotos ,con los mensajes a sus familiares, amigos y por último algo que realmente a mí me heló la sangre y me sirvió para saber la magnitud de esta tragedia. La portada del diario New York Times en la que aparecieron los mensajes de teléfono de la gente que se quedó en las torres, por encima del impacto por encima, de los incendios, sabiendo que no iban a poder escapar y que iban a morir dentro. Eran mensajes de amor, a sus mujeres, a sus maridos, en los que por ejemplo algunos les encargaban que debían seguir llevando a sus hijos al ballet o al fútbol. Les decían donde estaban los documentos más importantes… Para mí leer este relato de estas llamadas telefónicas de la gente que estaba en las torres y que no iba a escapar y que iba a morir fue una demostración del impacto personal que iba a suponer para tanta gente” afirma.