Judith González: "Mi abuela siempre intervenía para sentenciar si un chico le parecía o no buenmozo"
Nuestra filóloga de confianza, Judith González, nos habla desde el estudio de Onda Cero, del uso de bueno/bien y malo/mal en expresiones muy rocieras como desear un "buen camino".
Judith, aun no estando en El Rocio, sabe que la frase más escuchada allí es la que desea un buen camino.
Frases con las que desear un buen viaje, ya sea pequeño o grande, hay muchas: las hay más sencillas, las hay más alambicadas, las hay más gamberras y hasta más precavidas, como la de la Dirección General de Tráfico “lo importante es volver”. Pero a mí me gusta mucho la que emplean los rocieros “que tengas un buen camino” porque son palabras sencillas, que podrían servirnos para cualquier viajero y cualquier lugar, aunque yo sé qué allí y ahora cobran un especial sentido.
El camino del peregrino es un camino especial porque también es un camino simbólico. En el acto de peregrinar el camino en sí es muy importante, no es cualquier recorrido, es “el camino”. El Diccionario no recoge ninguna acepción especial en ese sentido. Judith cree que es simplemente algo que funciona a nivel emotivo, aunque tampoco creo que sea casual el hecho de que el sustantivo camino tenga entre sus acepciones el sentido de ‘modo de comportamiento moral´. Es español, cuando algo no está en nuestro modo de hacer, en nuestra moral, apartamos esas acciones de nuestro camino. Por eso, yo creo que aquí también desear un buen camino se presta a entender que el camino tiene que ser bueno, además, en ese otro sentido, a nivel simbólico. Digamos que son una palabras sencillas de las que pueden extraerse varias lecturas en distintos niveles.
En español, además, y esto es algo que he estado revisando estos días, tenemos bastantes expresiones construidas con “bueno”, algunas no se recogen como locuciones en el diccionario, como esta del peregrino, aunque yo creo que están próximas a serlo por este sentido extra que os comento, pero otras sí que figuran. Por ejemplo, el Diccionario recoge como una expresión hecha una construcción tan cotidiana como buen humor, también buen bocado, buen paso o buen varón y el Diccionario recoge claro está El Buen Pastor, como una forma de referirnos a Jesucristo.
También hay expresiones de este tipo que ya se escriben en una sola palabra. Sería el siguiente paso de la evolución, los casos en los que ya hemos llegado a la fusión gráfica y tenemos un solo término con esa idea que aporta bueno ya incorporada al sustantivo en una sola voz. A Judith, de estas frases, le gusta mucho una que usaba siempre su abuela. Las nietas hablaban de si este chico o aquel era más o menos… apuesto (por decirlo finamente) y ella siempre intervenía en la conversación para sentenciar si le parecía que era, o no, buenmozo. Entre las que más podemos usar está buenaventura (la ‘buena suerte’ y la ‘adivinación’), aunque esta también puede escribirse en dos palabras, y la buenandanza, que se escribe sin reduplicar la "A" y de la que también se recoge la forma bienandanza (la dicha, la fortuna).
En no pocas palabras la misma idea se construye, no con bueno sino con bien. Todos tenemos en mente un término como bienanventurados, primero popularizado por las bienaventuranzas de la Biblia y después por la cantidad de chistecillos "paródieros" que se han hecho con él. Y con palabras con “bien”, y más estando en El Rocío, la palabara “bienmesabe”. En el Diccionario solo figura recogido como nombre para el dulce que se hace con claras de huevo y azúcar, pero la verdad es que yo en lo primero que pienso es el cazón adobado. Aunque tres términos, que están en desuso, y que le gustan a Judith, son bienfacer, bienfecho y bienfechor porque en esa palabras se conserva, ahí en medio, la "F" que dio origen a la hache que tenemos en el verbo hacer y me hace gracia tener ahí ese vestigio, esa huella conservada en estas palabras. Tenemos también la palabra bienhechor, ya escrita con hache, pero a mí me gusta mu-cho más la variante con "F" porque tiene un toque vintage que es total. Y luego hay otro conjunto de palabras como el bienquerer, la bienamada que son como de nuestra copla. Son palabras que apenas utilizamos ya en el uso cotidiano de la lengua, pero que yo por lo menos según las escucho ya me estoy imaginando ahí a Rocío Jurado, con todo su poderío ella, cantando la bienpagá.
Pero no hay bueno sin malo. En la otra cara de la moneda tenemos todos los compuestos que empiezan por mal o malo/-a. Uno de ellos que quizá podéis oír estos días en eEl Rocío es malacara, que no me interpretéis mal, se dice en ocasiones de los caballos que tienen la cara blanca. Eso sí, para nosotras hay, o más bien había, una palabra que también empieza por mal, la malmaridada o la malcasada, que es de esas voces que refleja bien como era todo un aspecto de nuestra sociedad. Da buena idea rápidamente de esas épocas en las que casarse mal, o que te casaran mal, le aseguraba a la mujer incontables desdichas porque al marido había que hacerle caso de por vida. Por fortuna no es ya el caso más generalizado y además estando de romería, hay que acabar con un tono más positivo, así que cierro con la palabra bienquisto, que, aunque suene un poco dura significa ‘de buena fama y generalmente estimado’.