Cuando vemos los tanques doblar la calle, las palabras desparecen y no queda un alma que las diga. Pero nuestra filóloga quiere mostrarnos que la historia de nuestras guerras es la historia de un puñado de nuestras palabras. Podemos pensar que esas palabras sean muy graves, muy ofensivas para desencadenar un enfrentamiento pero, muy al contrario, son palabras completamente cotidianas de las que pasan desapercibidas.
Una palabra que puede, y de hecho ha sido así, es"mío". Recordemos el detonante de la Guerra de Troya. Paris ayudado por Afrodita seduce a Helena de Esparta y la rapta. Menelao, su marido, consigue que todos los reyes de Grecia vaya a la guerra para recuperar a una mujer a la que él llamaba "mi mujer". 10 años de guerra por un posesivo. Éste es uno de los ejemplos de la literatura.
A nuestra colaboradora le interesa esa rápida asociación que se da entre "yo" y "mío" que, desde que somos pequeños, aprendemos.
Otra palabra, "libertad" llama la atención a Judith; "Cuando la libertad empieza a ser muy protagonista, históricamente, se lía".