Mucha política y un poco de cambio climático
Pablo Pombo reflexiona en 'Por fin no es lunes' sobre el inminente futuro político y el cambio climático.
Vamos al grano con la política, porque todo lo que vamos a ver en realidad converge en un mismo punto. Se hablará de encuestas, de la desafección hacia Sánchez que puede provocar la inflación, la crisis de energía y la crisis de suministros. Se hablará de la tensión en el gobierno a cuenta de la reforma laboral, de los abrazos rotos entre socialistas y podemitas. Se hablará de presupuestos, de los tira y afloja que hay en la mayoría Frankenstein, donde el amor quedó roto de tanto usarlo. Y se hablará, quizá menos, de la tirantez en el PP, cada vez menos disimilada entre Ayuso y Casado. Lo curioso está en que todos esos desamores convergen en un mismo punto sobre el que voy a aplicar una máxima vital. Nunca, nunca, nunca, explicar ni contar lo que Rocío Jurado ha sido capaz de cantar. Esto, exactamente esto, es lo que está pasando entre Ayuso y Casado, entre los socios de la Frankenestein, entre Podemos y el PSOE y entre los españoles y Sánchez.
La conferencia de las NNUU sí, pero también la lluvia sobre los cementerios. El día español del quejío en una España que está quebrando su cultura con la muerte (historia personal, mariachis, la memoria, los calendario íntimos). Comienza mañana en Glasgow una cumbre sobre cambio climático que será un chasco resultando vital. Los niños que nacen ahora, siete veces más expuestos a manifestaciones brutales. Putin no irá y Xi Ping tampoco, tienen cosas más importantes que hacer que salvar el mundo. Biden está en un momento muy delicado. Merkel se va y tiene difícil lo de poner deberes a los demás. Así que todo apunta a que la cumbre terminará siendo una expresión en alta definición de impotencia política global que es existencialmente suicida y económicamente estúpida. Así que Boris Johnson, que es el anfitrión, está rebajando las expectativas y bajando el listón de un acuerdo que ya era de mínimos, la meta que se buscaba ya era insuficiente para reconducir la situación. La crisis de la energía aprieta. Los intereses se entrecruzan. Podríamos decir que nuestras élites políticas no valen un pimiento y es verdad. Pero… tampoco es que nosotros estemos exigiendo de verdad que la primera amenaza para nuestra especie sea la primera de las prioridades.